Thursday, September 22, 2005

Die Memoiren des Königs der Clowns

¿Por qué elegí el nombre de Grock?

Me cuesta contarlo en público. Mucha gente me pregunta si quiere decir Amarillo (groc en valenciano), o si tiene que ver con Rock. El motivo es bien distinto: en un momento en el que me no me encontraba especialmente alegre leí un texto sobre hacer sonreír que a su vez me hizo sonreír a mí:

Als ich in London einen Arzt konsultierte, weil ich nicht schlafen konnte, gab mir dieser den guten Rat, ins Coliseum zu gehen und mir den berühmten Clown Grock anzusehen: "Das wird Sie so entspannen, daß Sie wie ein Murmeltier schlafen. "Lieber Herr Professor, ich danke Ihnen für Ihren Rat, aber mir wird das nicht helfen, ich bin Grock." Wir haben beide so herzlich gelacht, daß ich mich auf dem Nachhauseweg schon viel besser fühlte.

Que traducido viene a decir:

Cuando consulté a un médico en Londres, acerca de que no podía dormir, me dio un buen consejo: ves al Circo a ver al famoso payaso Grock: le gustará tanto, que dormirá como una marmota.
"Querido profesor, le agradezco su consejo, pero a mí no me puede ayudar: yo soy Grock". Los dos nos hemos reído tan a gusto, que de camino a casa ya me encontraba mucho mejor.

Se trata de una anécdota de Adrien Wettach, un famoso payaso suizo de primera mitad del siglo XX. Wettach se convirtió en la estrella del entretenimiento europeo con el nombre de "Grock, el payaso". Grock actuó con diferentes compañeros en circos y teatros de variedades durante casi 60 años. Tuvo éxito en los negocios, pero luego se arruinó. Grock escribió varios libros, entre ellos su autobiografía, Die Memorien des Königs der Clowns (Las memorias del rey de los payasos).

Esta anécdota me hizo pensar en aquel momento en la gran ironía que es la vida, y en el bien que nos hacía poder reírnos a veces de las cosas, por trágicas que puedan llegar a ser en ocasiones. Me di cuenta que, a medida que pasaban los años, mi capacidad para reírme de la vida iba en sentido contrario a la acumulación de miedos y fobias que me bloqueaban y me impedían disfrutar.

Así que me decidí a escribir en este blog. Escribir me debía servir para organizar mis ideas, para enterrar mis miedos, para sacar el lado divertido de las cosas. Pensaba que quizá volcando unas cuantas ideas absurdas pronto empezaría a recibir visitas de gente que aplaudiría mi ingenio. Durante unas semanas, entrada con poca asiduidad a reflejar mis pensamientos. Pasado un tiempo, experimenté un bloqueo creativo: cuanto más interés tenía en publicar, menos ideas me venían a la cabeza, y mayor era el sentido de la autocrítica. Pasé de pensar que todo lo que se me ocurría era tremendamente original, a pensar que de una vida anodina como la mía sólo podían surgir ideas mediocres. Así que dejé de escribir y me olvidé del blog.

Pasaron varios años en que me dediqué a intentar escapar de mis obligaciones laborales y familiares, para encontrar breves momentos de libertad y de paz, que rápidamente se llenaban de una hiperactividad motivada por la ansiedad de continuar sintiéndome joven.

Cuando mis hijos se hicieron mayores, y mi trabajo se convirtió en una parte acotada de mi tiempo y de mi atención mental, decidí volver a escribir. Aunque cuando era joven quedé finalista de un premio literario, y he sido un lector empedernido durante todos estos años, me daba pánico la idea de escribir un libro de ficción, así que pensé que sería preferible empezar escribiendo libros de no-ficción para explorar cuáles podían ser mis límites.

La experiencia fue positiva, y aunque desde luego sé que no me ganaré la vida gracias a los libros, si que me dio una cierta seguridad ver que tenía unos cuantos lectores que no sólo me leían, sino que además me enviaban comentarios positivos acerca de mis libros.

Al mismo tiempo, me di cuenta de que no todos los escritores pueden aspirar a escribir la gran novela del siglo XXI. Algunos de los autores que más me gustan están dotados de un talento sobrenatural para envolver con palabras una historia, de omitir para dar espacio a la imaginación. Pero también hay otros autores que exploran otros aspectos que pueden resultar interesantes, tanto desde el punto de vista formal como del contenido.

Por todo ello, mi blog ha vuelto. La vida nos enriquece con madurez y perspectiva si sabemos vivirla bien. La originalidad y la ironía intentaré que corran de mi cuenta.

Polvo cósmico

Finalmente me he decidido a tener un blog...

Con ello, no pretendo pensar que lo que pueda escribir sea más interesante que lo que escribiría cualquier otra persona, y espero que no se convierta en una apología de mi propio ego, sino más bien responde a un humilde deseo de pequeña trascendencia.

Si sólo somos una minúscula mota de polvo cósmico destinada a vivir un veloz instante en la evolución del universo, si miro a la pared blanca de la oficina, los montones de papeles, esa realidad cotidiana que se repite de manera monótona (cómo puede un instante ser tan largo y tan corto...), me asalta al momento la idea de trascender lo espúreo, de intentar que no toda mi esencia humana desaparezca con mi último suspiro. Y la única manera que se me ha ocurrido o que he conseguido de momento es reflejar la actividad eléctrica de mis neuronas con este teclado.

Todos los emociones, los pensamientos, si se pudieran sintetizar y recoger digitalmente. ¿Realmente querríamos compartirlos con los demás? ¿O preferimos ser víctimas de las redes sociales y construir una imagen falsa y almibarada de nuestra limitada existencia?