Friday, October 15, 2010

Cómo no afrontar la muerte de los abuelos

Cómo afrontar la muerte de los abuelos

Mientras criamos a nuestros hijos, nos cuesta darnos cuenta de que nos hacemos más mayores, y también sucede con nuestros padres. Aunque la esperanza de vida es cada vez mayor, también lo es la edad en la que decidimos tener hijos, por lo que existe la probabilidad de que nuestros hijos tengan que afrontar, al igual que nosotros, la muerte de sus abuelos.
Buscando referencias en internet, se indica en general que no es conveniente ocultar directa o indirectamente la muerte del abuelo a los niños, ya que finalmente se darán cuenta y les resultará más difícil asimilar la situación. Igualmente se indica que deben evitarse las metáforas del tipo “el abuelito se ha quedado dormidito y ya no se ha despertado”, “el abuelito se ha ido a dar un largo viaje”. Para la gente religiosa, puede ser válida la explicación de que el abuelito está en el cielo, si bien requiere una explicación teológica que no sé si los niños llegan a comprender.
Mi experiencia personal es que, como en otros temas, al final es habitual llevar las cosas a un extremo excesivo. Tras la muerte del abuelo, mi mujer se empeñó en hacer partícipe a nuestro hijo de 3 años de las emociones del duelo, mientras a mí se me clavaba algo en el corazón cada vez que veía su cara y tenía que explicarle que nunca más vería a su abuelo. Para mí hubiera sido suficiente con eso, no creo que fuera necesario que nuestro hijo hubiera seguido presenciando momentos de dolor en los cuales ni comprendía lo que estaba pasando, ni realmente podía ayudar más que por aportar la alegría innata de los niños.
Creo que no es correcto el planteamiento que se realizaba antes (ocultar la muerte), y que hay que intentar asumir que la muerte es una parte más de nuestra existencia, tanto niños como adultos. Pero no creo que un niño de 3 años tenga una edad como para que la muerte del abuelo sea algo edificante, sino más bien sea algo que le asuste porque no tiene recursos cognitivos para comprenderlo.
Es nuestro deber como padres proteger a nuestros hijos de las desgracia y que disfruten de una infancia feliz. Si cuando ponemos el telediario y vemos un accidente aéreo o un terremoto cambiamos de canal, ¿por qué en cambio le hacemos partícipe del terrible dolor que provoca el duelo?

Friday, June 18, 2010

Festival de Fin de Curso

Por el megáfono se oía:
"Vuestros hijos han recorrido un largo camino junto a nosotros, que hemos tenido la suerte de poder compartir con ellos muchos momentos que vosotros os habéis perdido. Ellos crecerán y olvidarán la guardería, pero nosotros no los olvidaremos. Además, este año cumplimos 5 años".
Con este melancólico mensaje comenzaba el festival de fin de curso, una de esas costumbres que uno no sabe si tienen sentido, pero están ahí.
Niños de 3 años de pie, junto a la pared, sin un escenario, siendo observados por al menos 50 personas que emiten un sonido ensordecedor, de pie, enarbolando sus cámaras de foto y de vídeo, reclamando a toda costa que sus hijos les miren y sonrían. De nada ha servido el aviso de la guardería: por favor, que los padres mantengan la calma.
Algunos niños ya están llorando, uno se ha meado, y la mayoría están pidiendo a gritos que sus padres los abracen.
Mientras tanto, algunos padres ya han retirado la atención de sus hijos y se deleitan observando quién es el niño más gracioso, el más triste, o el más ausente.
Una niña se tapa la cara con las manos, e intenta seguir los pasos del baile, sin saber muy bien por qué tiene que hacerlo. Otra niña chapotea en el charco de pis que ha dejado un niño llevado por la emoción.
El mensaje lacrimógeno de la dueña de la guardería parece haber llegado a los padres, pero no a las monitoras, cuya cara de cansancio refleja lo agotador que resulta tener que controlar a tantos niños durante tantas horas, las ganas de vacaciones y la espinita clavada de que al final les tocará trabajar también en Julio.
Las mamás han decidido, en un alarde originalidad y de empatía, que lo que le haría más ilusión a la monitora sería un álbum de fotos con sus hijos. Como si no hubieran tenido bastante con verles la cara durante tantas horas, de haber soportado sus lágrimas, sus gritos, sus rabietas, haberles tenido que enseñar a comer, a pintar y a tantas otras cosas supliendo lo que deberían haber hecho sus padres, pues bien, para que no olviden esas caritas alegres les regalan un compendio de todas ellas.
¿Qué podrá más, esa tendencia humana a olvidar lo malo y quedarse con lo bueno que sirve de mecanismo defensivo de la memoria, o por contra al final se impondrá el más absoluto de los olvidos? En este segundo caso, el álbum habrá resultado algo inútil. En cualquier caso, debemos asumir una cosa (que seguramente habremos observado si nos encontramos por casualidad con alguno de nuestros profesores de hace 20 años): siempre nos acordaremos de nuestros profesores, pero ellos cada año tendrán 20-30-40 caras nuevas, y al final su capacidad de retener una cara, un nombre, una anécdota, quedará reducida a lo extraño, a lo que se escape de su rutina.

Pero es igual, para nosotros nuestros hijos siempre serán los mejores, y da igual que les hagamos pasar un mal rato, lo que importa es poder sacar las fotos y vídeos para que el día de mañana se vean. Porque si es triste ver pasar el tiempo, más aún es la nostalgia de ver que se han hecho mayores y ya son autónomos. Cuando acaban la guardería, te acuerdas de lo difícil que resultó el primer día, tanto para ellos como para vosotros. Te acuerdas de todos los días que lo has llevado, de como te has puesto en la piel de tus hijos y has vivido las alegrías y las adversidades, y hasta te has hecho amigo de sus compañeros, a los que también vas a echar de menos porque lo más seguro es que salvo excepciones solamente verás a alguno de ellos cuando te lo encuentres por la calle. Y parece que se te haya olvidado aquel día que volvió con un ojo hinchado, o que el padre de otro niño aparcó de tal manera que no podías mover tu coche, o de las horas en vela que pasaste para que tuviera plaza...
Todo pasa.

Monday, May 24, 2010

Padres e hijos: imposible triángulo de las Bermudas

Esta es la historia: tenías una buena relación de pareja, tienes una buena relación con tus hijos, pero cuando se produce la interacción con ambos, la cosa cambia. ¿Qué está pasando?

He aquí algunas de las cosas que pueden conducir a que discutas más con tu mujer o con tus hijos cuando están juntos:

1) Tu mujer se pasa el día haciendo sutiles comentarios críticos acerca de tu manera de educar a los hijos.
Puede ser algo tan sutil como la temperatura de un biberón, lo oportuno de juegos violentos, el horario de irse a dormir, etc.
Creo que está claro que es más fácil ver los toros desde la barrera, y que todos pecamos a veces de ver las cosas muy sencillas y criticar al otro. Sin embargo, tener que soportar constantes correcciones resulta al final de un desgaste demoledor, porque sin darte cuenta acabas con la desazón de pensar que nunca estás haciendo lo correcto. Sobre todo cuando coincide con un momento en que tus hijos están nerviosos, enfadados o enfermos, motivos todos ellos de un mayor stress.
Solución: prohibido hacer comentarios al otro progenitor sobre cosas que realmente no son importantes. Es mejor tomar nota mental o con lápiz y realizar reuniones de pareja en un momento sereno, en el cual seamos capaces de reflexionar acerca de lo que es importante y lo que no. Al fin y al cabo, todos tenemos una manera distinta de ver las cosas y no podemos estar de acuerdo en todo.

2) Tu mujer no quiere regañar a tu hijo cuando ha hecho algo que no debía. Acabas pagándolo tú.
Supongamos que tu hijo acaba de utilizar su vaso de agua como un escanciador, mojando todo el comedor. La conducta incorrecta ha sido suya, tu mujer se reprime porque por principios no quiere reñirlo o castigarlo, y la bronca al final va para ti por permitir que lo haga.
Es injusto y no hay paciencia que aguante esto.
Solución: hay que plantearse cuáles son los límites que se deben poner a los hijos, que deben estar consensuados a nivel de pareja, así como la manera de reaccionar en cada caso. Si la conducta está fuera del límite aceptable, hay que reaccionar, pero no descargar las tintas sobre la pareja, ya que esto no corrige la conducta del niño y consigue encabronar al otro progenitor.

3) No consigues ponerte de acuerdo acerca de qué hacer el fin de semana o cuando lleguen las vacaciones.
Puede pasar que te apetezca pasar el día haciendo deporte con tus hijos al aire libre, mientras tu pareja prefiere quedarse en casa preparando un pastel de chocolate y luego comérselo, o bien visitar a tus suegros.
En vacaciones, puedes preferir ir a la playa o a la montaña y tu pareja preferir irse de turismo urbano para acabar en un spa construido con cemento.
Solución: Respecto al ocio cotidiano, debe regir un principio más o menos democrático o compensado, hay que saber ceder y si un día se hace una cosa que gusta más a uno de los miembros de la familia, en otro momento deberá ser al revés. Es de un gran egoísmo ir poco a poco modificando los hábitos de los demás para que se ajusten a lo que realmente tú quieres hacer, y luego no ceder a las peticiones de los demás.

4) La comunicación con tu mujer se limita a cosas prácticas y superficiales, como la dieta, el sueño, las deposiciones o las enfermedades de tus hijos. Cuando hablas de algo importante y en lo que tenéis diferencias de opinión, acabáis discutiendo.
La dolorosa consecuencia de esta situación es que acabas prefiriendo aislarte en tu mundo y olvidarte de tu mujer, ya que es lo que menos daño te genera. Pero, ¿qué pasará a largo plazo?
Resulta difícil vivir con alguien cuando existen estas tensiones latentes, el problema es ¿cómo resolverlo si ya lo has intentado de todas las maneras? Existen situaciones que se enquistan, y tras horas y horas de conversaciones y discusiones ya has perdido la fe en que se llegue a una solución. A veces pienso que el problema es que no nos han educado para tolerar las diferencias de opinión, somos demasiado egoístas para hacerlo pese a que nos esforzamos.
Quizá sea necesario asumir que pasados unos años y con hijos por medio, la relación de pareja nunca volverá a ser igual, pero, ¿cómo saber hasta qué es lo normal, o es patológico a nivel de pareja? Da miedo pensar en la cantidad de separaciones que hay hoy en día con niños por medio, pero también se puede pensar, ¿realmente quiero condenar mi existencia a una situación que me genera tanta desilusión y me bloquea tanto como persona?
Hace tiempo que comentamos la necesidad de que cada uno tuviera su ámbito de libertad, algo que creo que ella ya hace, pero me resulta muy difícil vivir esta situación sin que existan unos límites claros y hablados.
Lo que no puedo soportar es que después de todo el esfuerzo que hago a diario, de las noches en vela, de los cuentos por la noche para dormir, de las actividades del fin de semana para sorprender a mis hijos, de las preocupaciones cada vez que se ponen enfermos o tienen algún problema, que después de tantas y tantas y tantas cosas, acabe diciendo que soy un egoísta porque un día cada 2 meses quiero quedar con unos amigos a comer, o a jugar al padel. Cuando ella sí que se ha montado sus clases de yoga, de masajes, sus cursos y le tengo que apoyar en su trabajo. Ante esta situación, ella dice que todo lo que monta es para hacerlo con niños…. Pues yo montaré un viaje a Suecia para ir con niños, a ver si a ella le parece bien.

Otras conclusiones que saco son:
- Cada vez me doy más cuenta de lo solos que estamos en la vida. A medida que nos hacemos mayores, no podemos aspirar a que nuestros padres continúen siendo nuestro apoyo emocional, cuando el acecho de la muerte y la enfermedad los hace a ellos anímicamente más vulnerables. También es probable que ellos piensen que ya han apoyado lo suficiente, y que tenemos que tener la firmeza para poder hacer frente a nuestras vidas cuando ellos no estén.
- Los amigos se distancian, no de manera definitiva, pero sí lo suficiente para que nuestra relación con ellos mute. Ahora ya no podemos aspirar a vernos cada fin de semana y servirnos de apoyo mutuo, sino para vernos de vez en cuando, ponernos al día y recordar cosas pasadas. El recuerdo nostálgico de otros tiempos ya depende de cada cual. Hay quien tiene la habilidad para mantener a los amigos más cerca, involucrando a su pareja, aunque tengo que admitir que yo no he sabido hacerlo.
- A la pareja cada vez le preocupan menos nuestros problemas, ya que la prioridad son los niños que son quienes realmente necesitan más nuestro apoyo. Reivindicar que nosotros también necesitamos ser escuchados es interpretado como una muestra de egoísmo. Y lo que es peor, sincerarse contando nuestras vulnerabilidades en relación con el trabajo, nuestra familia o nuestra visión de la vida, puede ser utilizado posteriormente en el transcurso de una discusión, haciéndonos sentir aún peor.



En definitiva, hay que mirar adelante, no ser infeliz con los problemas que no tienen solución, intentar ver las cosas de otra manera, y si queremos algo, hacerlo siempre desde el respeto a los demás. Si intentamos conseguir la aprobación de todo el mundo a lo que hacemos, lo llevamos claro.

Thursday, May 20, 2010

Los padres también sufren depresión prenatal o posparto, según estudio

Adjunto noticia para desmontar mitos.


Los padres también sufren depresión prenatal o posparto, según estudio

2010-05-19 11:57:14
MADRID (EUROPA PRESS)

Investigadores del Virginia Medical School, en Norfolk (Estados Unidos), aseguran que el 10 por ciento de los padres padece trastornos depresivos durante el embarazo de sus parejas o después del parto, según los resultados de un estudio publicado en el 'Journal of the American Medical Association' (JAMA).

Ambos trastornos son mas frecuentes entre las madres y, de hecho, conlleva consecuencias negativas tanto personales y familiares como en el desarrollo del niño. Sin embargo, los investigadores trataron de analizar la prevalencia y efectos negativos de la paternidad, comprobando que es entre el tercer y sexto mes después del nacimiento cuando se detectan más casos de depresión posparto en hombres.

Para ello, los autores de este artículo analizaron diferentes estudios anteriormente realizados, que incluían a un total de 28.004 sujetos varones, e identificaron que el 10,4 por ciento presentó algún tipo de depresión durante el primer año de vida de sus hijos, cuando la tasa en la población general es del 4,8 por ciento.

Saturday, May 15, 2010

Ser papá: Madurez e implosión

Hoy me encontré por la calle con una amiga que hacía años que no veía (también con hijos), que me decía: "Cuánto recuerdo lo bien que lo pasamos hace años, parece como si ahora estuviéramos viviendo OTRA VIDA".

Y la frase me ha hecho pensar, y darme cuenta de que mi vida ahora ya no es un cocktail de libertad, diversión, sueños y proyectos. Más bien parece que se haya producido una implosión y haya salido una persona distinta, cuya vida es un combinado de las siguientes cosas:

- una pareja centrada de manera entusiasta en los niños y su crianza, que ha dejado de lado su espíritu rebelde y aventurero, que no ha hecho deporte en años y que ha cortado en seco su libido sexual (y la mía), alegando su cansancio. Mi comunicación con ella se restringe a temas operativos y tácticos con nuestros hijos, y salvo que tengamos alguna diferencia en cómo educarlos no solemos profundizar más.

- unos padres desengañados porque decidimos criar a nuestros hijos de manera distinta a como ellos lo hicieron, que se sienten atacados por no haberlo hecho bien en su momento. De nada sirve intentar convencer a mi madre de que la religión no es la única fuente de buenos valores para los hijos, una vez el germen de la decepción se instala en sus vísceras difícilmente la cosa cambiará.
La consecuencia es que el afecto se ha desplazado hacia los nietos en su totalidad, me he convertido en un mero conductor de mis hijos de mi casa a la de sus abuelos.

- unos hijos que cuando crecen se van haciendo más egoístas y déspotas, a los cuales dedicas todo tu tiempo libre con cada vez la duda más grande de que aquel proyecto de tener una familia estaba muy idealizado en tu cabeza, y que en más de una ocasión te hará pensar en que si pones con el paso del tiempo en la balanza todo lo bueno y lo malo que te han aportado, ganará lo malo (frase de mi madre).

- un grupo de amigos cada vez más bifurcado en dos grupos: el de los que están sin novia (la mayoría de ellos depresivos, uno alcohólico, otro sin trabajo, dos todavía opositando) y el de los que se casaron y tienen niños (éstos no tienen tiempo para estar deprimidos, aunque si consigues que tengan media hora de tiempo libre para que te cuenten su día a día, descubrirás con qué amargura viven una nueva vida cargada de insmonio, obligaciones, preocupaciones, y poco margen para el buen humor).

- Unos suegros con enfermedades crónicas que les hacen pasar temporadas en el hospital, lo cual implica visitas periódicas y/o sentimiento de culpa por no visitarlos. Cada visita implica un volcado de nuevos conocimientos médicos sobre la enfermedad y el sufrimiento, así como la constatación de lo horrible que es para una persona levantarse por la mañana pensando en la muerte.

- El trabajo es quizá en lo que mejor me encuentro (afortunadamente la crisis no se ha cebado conmigo, de momento).

Dicen que los cambios de estación de invierno a verano y de verano a invierno son especialmente complejos para el individuo. Si a eso le juntamos que mañana es mi cumpleaños, os puedo decir que no tengo ningunas ganas de celebrarlo (¿con quién?¿a alguien aparte de mí para quien tiene realmente algún valor hoy en día? ayer mi madre me dio un sobre con dinero y me dijo, cómprate lo que quieras), y no porque no quiera seguir cumpliendo años (no considero que esté en una edad mala), sino porque cuando recuerdo cómo eran mis cumpleaños hace unos años, la idea de sentirme solo emocionalmente en estos momentos me deprime. Así que me parece que voy a concentrar mis energías en buscar una segunda implosión, intentando convertir cada una de las relaciones con los demás que me han decepcionado en algo que me resulta satisfactorio, bien porque no espero nada a cambio, o bien porque cambio el paradigma de mi relación. Quizá sea la manera más positiva de enfrentarme a mis problemas.

Dentro de 2 semanas se casa uno de mis mejores amigos, lo veo todo ilusionado preparándolo todo y sin saber por qué, me entra una enorme tristeza (ya me pasó en la última boda de un amigo), mezcla de nostalgia y de insatisfacción, porque me lo imagino arrojado en una dirección en la cual perderá el control de su vida, y se despertará de pronto a las 4 de la mañana oyendo llorar a uno de sus hijos, pensando en la importante reunión en el trabajo del día siguiente, en cómo se las ingeniará para no faltar al día del papá en la guardería para no decepcionar a su hijo, cambiándose de ropa como Superman para volver a la reunión, de cómo llegas a casa pensando en irte a dormir y te encuentras una fiesta sorpresa a medio montar, con la tarta en la nevera y las velas encima de la mesa, pero sin gente y sin guirnaldas, y sonríes durante 4 horas cuando por dentro lo que te pide el cuerpo es olvidarte de todo y quedarte mirando una pred en blanco, no tener que pensar en nada, de nuevo una implosión pero de otro tipo.

Espero que lleguen pronto las vacaciones, y que sean vacaciones sedentarias, no sé lo que haré. Quizá sea otra vana esperanza, como la que tiene alguien al casarse, al reencontrarse con los amigos o al celebrar su cumleaños, y las vacaciones no sean más que otra sucesión de días despertándome a las 4 y a ls 7 de la mañana, siguiendo a rastras a mis hijos e intentando comer tranquilamente en un restaurante. Ya veremos.

Tuesday, March 16, 2010

¿Por qué odio a Carlos González pediatra?

¿Por qué odio a Carlos González pediatra?
Seguramente a la mayoría de las mamás y a algún que otro padre le habrá sorprendido el título de esta entrada y pensará: ¿quién puede tener algo en contra de este señor entrañable con pelo ochentero y sabios consejos, el punset de la pedagogía infantil?
Pues la cuestión es la siguiente: cualquiera que se gana la vida con los libros de autoayuda (sean sobre superar la ansiedad o sobre crías niños) debe saber que existen algunas cuestiones básicas para tener éxito:
- Hablar sobre temas que preocupen a la gente (vida en el universo, cambio climático, niños que no comen/duermen).
- Introducir una idea polémica para despertar notoriedad o incluso alarma mediática, cuestionando si es posible el status quo.
- Utilizar aforismos y chascarrillos fáciles de recordar y repetir en el bar, en la sesión de psicoterapia o en el parque infantil.
- Autopromoción, autopromoción, autopromoción, autopromoción, autopromoción. Cuantas más veces salgas en la prensa, en la radio y sobre todo en la tele, más libros venderás. Los medios convierten en científico y veraz lo que dicho en otro contexto sería cuestionable o motivo de mayor análisis. Acompáñese de fotos (aunque uno sea feo), para lograr más proximidad con los lectores y seguidores.
No sé si este señor (ni otros muchos que se ganan la vida de esta manera, con enfoques mucho peores) es consciente de que la falta sensación de seguridad y cientifismo que incorporan la mayoría de sus afirmaciones categóricas tiene calado en muchas familias, y en la mía en particular ha generado numerosos conflictos, generando más problemas que soluciones con sus enfoques innovadores.
Voy a revisar algunas de sus tesis más discutibles, basándome en un artículo reciente que he leído en una revista (http://revista.consumer.es - marzo 2010). Bastará para echar un vistazo a sus puntos de vista, ya que sea en libros, en conferencias o en entrevistas al final siempre dice lo mismo. Encontraréis auténticas perlas que, analizadas más tranquilamente, son cuanto menos discutibles.
1) “Los niños no nacen con instrucciones ni falta que hace. Hay que aplicar el sentido común y amar al niño por encima del agotamiento, estrés y desesperación”.
En efecto, por muchos libros que se escriban y se lean, los que hemos tenido niños sabemos que en el día a día es como realmente aprendemos a ser padres, una tarea muy complicada y que es distinta para cada niño. Pero antes de aplicar la anarquía del sentido común (el menos común de todos los sentidos), creo que es evidente que todos recibimos muchos consejos (algunos buenos, otros no tanto), aportados por familiares y amigos con la mejor intención. Desoír todo lo que nos dicen y confiar en el albedrío me parece una postura peligrosa, además de ofensiva hacia aquellos que nos intentan ayudar.
Por otra parte, ¿no tenemos derecho como padres a sentirnos agotados, estresados o desesperados en algún momento? ¿Acaso debemos ser superhombres o héroes que nunca desfallecen? No conozco entre mis amistades a ninguna persona sensata que no me haya confesado en alguna ocasión las diversas dudas que ha tenido como padre/madre acerca de si estaba haciendo lo correcto.
2) “El problema es lo incompatible que resulta en este país conciliar la vida laboral y la familiar. No comulgo con la idea de que los niños pasen muchas horas en la guardería, salvo cuando sea estrictamente necesario”.
A cualquier padre o madre que quiere a sus hijos le gustaría pasar más tiempo con ellos, no llegar a casa agotado y poder dedicar el mayor afecto y atención posible a sus pequeños. Pero decir que el problema es la conciliación y denostar las guarderías es música celestial para todos aquellos que nos deslomamos día a día para poder cumplir en el trabajo, con los hijos, sacrificando nuestro sueño, nuestro tiempo y nuestra propia salud por ellos.
¿Qué clase de solución o ayuda nos da este tipo de afirmaciones? Ninguna. A mí también me preocupa el cambio climático, la crisis económica, los terremotos, las enfermedades, pero vivimos en un tiempo en que nos hacen falta más soluciones y menos análisis florales. Me parece muy poco realista en el contexto actual que un padre se coja el permiso de paternidad (si es que no quiere que lo despidan), reducciones de jornada o similares. Y mientras las cosas sigan así, nos tendremos que conformar con conciliar el trabajo con la familia como hasta ahora, con abnegación, con ayuda de los abuelos, y si no nos queda más remedio, de las guarderías. Si Carlos González está dispuesto a venir a mi casa por las tardes con mis 2 hijos, por mí perfecto, pero mientras tanto prefiero que estén cuidados por gente especializada.
3) “A lo largo del siglo XX y finales del XIX, se han difundido toda una serie de normas acerca de que no hay que coger al niño en brazos porque se malcría, pero si no tienes a tu hijo para cogerle en brazos y contarle cuentos, para qué lo tienes.”
Vivimos en un mundo de normas porque es la manera como aprendemos las cosas y transmitimos culturalmente el conocimiento. Si viviéramos en la selva, seguramente no tendríamos ninguna norma y el niño se nos agarraría a la espalda como si fuera un mono. Por suerte vivimos en un mundo civilizado en el que tenemos que conjugar nuestra esencia de seres mamíferos con nuestros avances como especie. Nuestro instinto de superación nos ha llevado a encontrar soluciones a muchas cuestiones como la rueda, el fuego, la electricidad, la penicilina, y los ordenadores.
Educar a nuestros hijos no es sólo cogerlos en brazos como si fuéramos monos, sino también un proceso de transmisión cultural muy potente a través del pensamiento y lenguaje. Para mí el dilema es mucho más complejo que coger o no al niño cuando llora. Como he dicho antes, cualquier padre o madre que quiere a sus hijos deseará estar mucho tiempo con ellos.
4) “Si no haces lo que piensas, acabarás pensando lo que haces.”
Imaginemos que nuestro hijo se niega a ir al colegio, a cenar, a apagar la televisión y a recoger sus juguetes o a irse a dormir. Siguiendo la teoría de la crianza natural, deberíamos ser afectuosos con el niño y recordarle todo lo bueno que hace. Pues bien, llevo meses intentándolo y debo decir que no he conseguido ningún resultado. Pero no sólo es esto, a mí frustración se añade el intento constante de mi mujer de justificar las razones por las que el niño no haya asimilado todavía ninguna norma de convivencia ni de higiene personal. Sigue durmiendo con pañal a los 4 años, no se lava las manos ni los dientes, se mea fuera.
Algunas de los motivos: es que hoy está más cansado, es que no ha dormido bien, es que está malito, es que ha acusado la llegada de su hermano, es que está en los terribles 2 años, es que ahora está con los dientes, es que está en la edad de las rabietas, es que se está reafirmando,…… el caso es que el que recoge los juguetes soy yo, y el que soporta a un niño irritable que no ha dormido lo suficiente soy yo también.
Por tanto, añadamos aquí una nueva rimbobante frase: si las cosas no salen como quieres, siempre encontrarás una manera para justificar por qué no ha sido así.
5) “No hay una sola manera de criar bien a un hijo ni hay una sola manera de criarlo mal”.
No hay una sola manera de mear dentro del wáter ni una sola manera de mearse fuera.
6) “Se trata de reflexionar sobre cuánto dinero te puedes gastar en coche, cuánto en unas vacaciones, cuánto en comprar un apartamento en la playa y cuánto en criar a tu hijo.”
Se olvida aquí de mencionar la hipoteca, o la posibilidad de que a los 2 miembros de la pareja nos despidan o nos recorten la jornada. Es muy bonito decir: renuncia a trabajar para pasar más tiempo con tus hijos, pero en el mundo en que vivimos, salvo que nos vayamos a vivir a una tienda de campaña, me parece más un discurso para la galería que una auténtica ayuda. Me gustaría también saber si este señor predica con el ejemplo, porque con tanta conferencia aquí y allá no sé si dedicará tanto tiempo a los hijos como predica, o se dedicará más a lucrarse escribiendo y hablando sobre ellos.
Es más, incluso en el caso de que pudiéramos permitirnos quedarnos todo el tiempo en casa sin trabajar, ¿qué pasaría el día de mañana cuando acudiéramos a una entrevista de trabajo y dijéramos: señor, he estado diez años sin trabajar porque estaba cuidando de mis hijos, que es lo más importante”….
No es una cuestión de prioridad, es una cuestión de realismo.
7) El instinto hay que seguirlo la mayoría de las veces sí porque el instinto ha ayudado durante millones de años a los padres a cuidar a sus hijos, de lo contrario no estaríamos aquí.
Eso es, ahora nos cargamos al mono en la espalda y a caminar por la selva. Espero que no nos atrape el león ni nos devoren las termitas.
8) “Muchas veces pensamos que los niños cambian porque les educamos y en algunos aspectos es así, sin duda, pero la mayoría de los cambios que experimentan los niños se deben a que crecen. A los dos años dicen unas cosas, a los cinco otras y a los doce otras.”
Aquí ya me pierdo. Por un lado somos tan importantes para nuestros hijos, y por otro nuestra educación es irrelevante. No lo entiendo, me parece un argumento tautológico. Si como dice hay que seguir el sentido común, a mí el mío me dice que mientras críe a mis hijos tendré que tomar muchas decisiones por ellos que no serán las más deseables por ellos a corto plazo, pero lo tendré que hacer con el convencimiento de que estoy haciendo lo mejor por ellos, ya que no se encuentran en disposición de decidir.
En mi día a día, observo sin necesidad de ser Piaget que mi interacción con mis hijos les ayuda a crecer y a aprender. No será del todo determinante, porque también juega su personalidad, pero debemos creer en nuestra labor como educadores. Si la mayoría de cambios, como dice este señor, se deben a su propio crecimiento y maduración personal, dejaré a mis hijos debería dejar a mis hijos que jueguen solos, ¿no? No vaya a ser que los entorpezca…
9) No recomiendo que los niños estén siete horas con los abuelos porque lo que el niño realmente necesita es estar con sus padres, sobre todo con la madre.
Muy bien, pues entonces nos iremos a vivir debajo del puente y que la casa se la quede el banco, y nosotros a criar, que las guardería son malas malas muy malas y los abuelos también.
10) Con los bebés hay que tener tolerancia en todas las cosas que se pueden tolerar. Cada cual tiene que tomar sus decisiones.
Vaya, ahora que parece que el tema se ponía interesante y que íbamos a recibir consejos prácticos, nos quedamos con una respuesta ambigua.
11) “Tener tiempo para los padres no es excluyente, por qué no estar al mismo tiempo con tu hijo.”
Yo no sé este señor como ha tenido 3 hijos, vamos que hay cosas que no pueden hacer los papás con los niños delante.
12) “Yo he dormido con mis padres hasta los seis años, por tanto ellos no sabían que había que dormir solos y como no había otra habitación en la casa…”
Esto explica muchas cosas. Si no haces lo que piensas, acabarás pensando lo que haces.
13) “Si un bebé se despierta muchas veces por la noche el problema lo tienes tú que te tienes que levantar a la mañana para ir a trabajar porque luego el bebé sigue durmiendo. “
Esta obviedad ya la llevo sufriendo en mis carnes desde que nació mi primer hijo. Es decir, si mis hijos no duermen el problema soy yo.
14) “No creo que las rutinas sean necesarias y convenientes para el desarrollo de un niño y habría que ver si tu vida es más fácil con rutinas. Estoy convencido de que no son necesarias las rutinas porque los niños se adaptan a muchas cosas distintas, igual que los adultos. “
Pues nada, mañana por la noche me llevo de fiesta al niño, ya que dado que se adaptan a cosas distintas no habrá problema, ¿verdad?
Por suerte veo que mis hijos se han acostumbrado, contra lo que dice Carlos González, a ciertas circunstancias cotidianas. Nos levantamos a la misma hora, comemos a la misma hora, damos el baño a la misma hora. Mi experiencia es que siempre que se han producido cambios en esos horarios (cuando hemos ido de viaje, cuando comemos fuera, cuando es fin de semana, etc.), mis hijos comen peor, duermen peor, y están de peor humor.


En resumen, este señor venderá muchos libros y tendrá muchas seguidoras, pero francamente, debería pensar un poco mejor si lo que dice realmente ayuda a los padres o sólo les genera más confusión y más conflictos.

Tuesday, February 23, 2010

Lo que no se mide, no se controla

Imagínate que llevas 2 semanas en las que por cualquier cosa que digas o hagas tu mujer te ladra. Tu primera reacción será enfadarte y considerar que no es justo el trato que te están dando. Lo que verás a continuación será a tu mujer llorando de rabia y/o pena, criticando lo insensible que eres, lo egoísta, el poco apoyo que le estás dando y lo mal que se lo estás haciendo pasar.
A priori el nacimiento de tu bebé era una buena noticia, y auqnue supone un trabajo extra, lo llevabas con alegría. Pero poco a poco, esta situación te ha ido minando y sumiendo en una atonía e indiferencia hacia las cosas.
Tampoco ayuda el hecho de que tu hijo mayor haya decidido reivindicar la atención que ha perdido, y pruebe todas las estrategias imaginables para que tu mujer le haga caso. Vuelve a cagarse y mearse por casa, llora a todas horas, pega patadas a todos (familia y amigos), se niega a ir al cole, no quiere dormir en la cama y en general dice que no a todo lo que se le propone.
La actitud de tu mujer no hace más que empeorar las cosas con el niño, ya que leyó en un libro que el bebé es como un canguro y que hay que dedicarle el 100% de atención. Tu hijo mientras está desorientado y cada vez se comporta de manera más rara.
Lo que estás pensando, qudar con un amigo a tomar una cerveza y contarle tus problemas, es absolutamente inviable. Tus nuevas obligaciones domésticas (comprar, cocinar, ordenar y limpiar), te lo impedirán. Y de todas maneras, tampoco te iba a servir de mucha ayuda. Probablemente acabarías sintiéndote más desorientado y perdido que antes de hablar con él.

Y en medio de toda esta situación, de pronto un día aparecerá tu mujer y te mirará con una sonrisa para decirte: ¡qué orgullosa estoy de lo bien que lo estás haciendo! Te quedarás desconcertado, pensando si es un comentario irónico o si lo dice en serio. Y a continuación añadirá: últimamente te noto algo raro, algo distante, ¿te pasa algo?
Probablemente te sentirás en la tentación de ponerte a quejar de todo lo que has estado pasando en los últimos días, pero no lo hagas: si lo haces, volverás otra vez al punto de inicio: eres un insensible, un egoísta, etc. Más te vale pasar a la historia como el Santo Job y pensar que pronto tendrás algún momento para estar solo y sentirte de nuevo feliz: un viaje de trabajo, unas vacaciones de Rodríguez, etc. Cuando llegue el momento, aprovéchalo todo lo que puedas, ya que como habrás podido comprobar, a partir de ahora el tiempo es oro.

Friday, February 19, 2010

¿Maternidad feliz? La batalla perdida

¿Son de verdad felices las mujeres cuando son madres? ¿Realmente compensa todo el sufrimiento de un embarazo, un parto, las noches sin dormir?
Si le haces la pregunta a tu mujer, te contestará que sí, no como tú, bestia insensible y cervecera. No sé te ocurra, majadero, quejarte de la falta de sueño, del soporífero devenir de los días de invierno encerrado en casa, con la sensación de que se te pasa la vida con el único aliciente de comprobar si el pañal tiene otra vez mierda, o que el niño no se ha terminado la cena.
Estás en una guerra que hace mucho tiempo comenzaste a perder. Sólo te queda la posibilidad de quedarte en la trinchera e intentar ser feliz a escondidas, a tu manera. Aprenderás a disfrutar de los pequeños momentos en que ni tu mujer ni tus hijos te fustiguen con su continua demanda de atención.
Recordarás con nostalgia (palabra prohibida) aquellos tiempos en que no tenías que preocuparte de nada, en que el fin de semana era un tiempo de descanso y no de más agobio.
Y todo para que dentro de unos años tus hijos desaparezcan, y entonces sentirás nostalgia del ruido que hacían en casa, de su compañía.

Saturday, February 13, 2010

La educación: responsabilidad e impotencia

Posiblemente cuando eras joven y empezabas a sentar cabeza (o te la hacían sentar a cambio de algún magreo en la parte de atrás de un coche), te planteaste que te gustaría tener hijos, y proyectaste sobre tu futra paternidad todo aquello que te gustaría hacer y lo que no. En esto, va en gustos: en un extremo, algunos se limitarían con perpetuar la educación que recibieron (los pocos), y otros en cambio desearían educar a sus hijos de manera totalmente opuesta a como fueron educados ellos.

Poco importa, ya que la educación que finalmente des a tus hijos la decidirá tu mujer de principio a fin. Así que haz te a la idea. Como mucho podrás elegir cuál será su equipo de fútbol (y ojo con que tu suegro sea del equipo rival, porque entonces te tocará callarte más de una vez).

He aquí un listado de las cosas trascendentes de la educación de tu hijo de las que te sentirás responsable y de las que no decidirás:
- Tipo de enseñana (colegio público, concertado o privado).
- Orientación sexual.
- Tipo de juegos (la mayoría de los que te gustan resultarán ser violentos, sexistas, etc.).
- Marca de videoconsola.
- Decoración de su habitación.
- Ropa que lleva.
- Y lo más importante: valores a transmitir y autoridad.

La tendencia actual es que hay que educar a los hijos con flexibilidad, sí que prepárate para vivir en el caos. Tu casa estará llena de juguetes (todas las habitaciones), tu hijo decidirá la programación de televisión, si quiere o no ir a la guardería, qué ropa se pone, si se quiere bañar o no, si se quiere cortar las uñas, qué quiere comer, si quiere irse o no a dormir, y una larga lista de cosas que complicarán tu vida y te harán perder un montón de tiempo.
Cualquier intento de imponer algo de orden en esta situación será considerado por tu pareja como retrógrado, dictatorial, conductista o muchos más cosas negativas. Así que hay que armarse paciencia y soportar cómo se educa a tu hijo de la manera que nunca quisiste que se hiciera, y que encima se exija tu participación en semejante sacrilegio pedagógico.
Pero de nuevo, lo mejor será que te calles y aguantes, ya que lo único que conseguirás será tener maratonianas discusiones que complicarán tu ya de por sí escsa vida sexual, y acabar en el mismo punto en el que habías empezado.

Piensa también que no exista el padre perfecto (ni la madre perfecta, aunque esto último ni se te ocurra mencionarlo delante de ella). Tener hijos es una experiencia que debes disfrutar, y pensar siempre que cuando tus hijos tengan 18 años, la responsabilidad sobre lo que hagan en su vida debe ser sólo suya. El resto plantéatelo de manera que por bajo mano le transmitas a tus hijos algo de lo que abiertamente no puedes hacer, y celebrar en secreto las pequeñas victorias cuando la gran cagada de educación que tu mujer está intentando dar a tus hijos comiencen a dar sus frutos.

La soledad del puerperio

No importa lo unido que estés a tu pareja, las noches mirando las estrellas, lo bonito que fue la voda, ni aquel viaje a una isla tropical. Cuando tengas hijos, de pronto te sentirás totalmente solo.
Las preocupaciones de tu pareja girarán siempre entorno a los bebés, y las conversaciones ya no hablarán de cómo se siente cada uno dentro de la pareja, ni de planes para el futuro, sino de mastitis, pezoneras, partos lotus, perineos, cordones umbilicales, subidas de leche (no es lo que crees). Cuando el pediatra Carlos González (del cual tu mujer habrá leído u oído hablar de algún libro) hable de mamadas, no te engañes. La única mamada que verás será en un canal analógico mientras tu mujer y tu bebé de han desterrado de tu cama (esto claro antes del apagín analógico).

Pero créeme, lo mejor será que te aisles y recuperes tu propio mundo. No esperes comprensión por parte de tu pareja, ya que cualquier comentario que hagas, aunque sólo sea el derecho al pataleo o un pensamiento en voz alta, se convertirá en una muestra de tu atroz egoísmo.

Tu mujer en estos momentos está experimentando un tremendo cambio hormonal equivalente a varias reglas juntas (imagina), tiene un bebé en brazos día y noche que no para de llorar sin que sepa el motivo, no tiene ni idea de cómo darle el pecho (por mucho que sea algo natural no es tan sencillo), se sentirá culpable tanto si elgie la lactancia materna como artificial, y tiene ganas de desahogarse con alguien. El cabeza de turco no serán lógicamente vuestros familiares ni amigos, que os harán un visita de cortesía en la que ambos fingiréis que todo es una maravilla (sobre todo si los visitantes también tienen hijos, en cuyo caso se establecerá una competencia por demostrar quién es el hijo más guapo/listo y/o los padres más competentes). Así que, compañero, la bronca te la vas a llevar tú.

En resumen, lo mejor será que te quedes callado la mayor parte del tiempo, que hagas sin rechistar lo que te digan y que tengas algún detalle cariñoso con tu mujer y el bebé de vez en cuando. A cambio conseguirás que te dejen tranquilo algún tiempo, y puedas dedicarte a ver algún partido de fútbol interesante, a leer un libro o a lo que prefieras. Sólo ten en cuenta que tendrán que ser entretenimientos indoor, porque cada vez que propongas salir de casa, una mirada de odio femenino te atravesará hasta el tuétano.

Olvídate de tus amigos, porque si intentas mantener el contacto telefónicamenteacabarás sintiéndote más culpable y tonto todavía de lo que ya estás. Confórmate con tomar una cerveza de vez en cuanto (siempre que haya una buena excusa). Cuando lo hagas te pasará por la cabeza si lo mejor es sincerarte con tu amigo y contarle la mierda de vida aburrida que llevas, o bien fingir que eres la familia perfecta. Queda a tu elección, aunque debes saber que llegado este punto tus amigos se estarán ya descojonando de ti o compadeciéndote, según lo que te aprecien.

Friday, February 12, 2010

Dopamina y niños

Desde que nació mi hijo, mi vida se ha convertido en un stress.

Me siento como corriendo en una maraton en la que no sé muy bien cuánto falta para la meta, sólo sé que tengo que seguir corriendo y corriendo.

Me pregunto qué nos conduce a tener hijos. Yo os diría: no tengáis hijos, aunque sólo sea para poder hacer frente al sentimiento de estupidez generalizada que existe al respecto, a todos los estereotipos existentes.
Cuando cumplí 14 años, mis familiares me decían, ¿qué ya tienes novia? je, je, cuando tenía novia y decidimos casarnos me decían, ya era hora, cuando decidimos tener un hijo me dijeron, qué ahora a por la parejita, cuando mi hijo creció y decidimos tener otro hijo, la frase era, enhorabuena, ahora ya te la puedes cortar, o ¿y qué, el mayor tiene muchos celos?
Pero es que nos hemos vueltos locos o qué???????

En fin, sólo quería dejar claro que mi vida ha cambiado por completo, al igual que cambiará la vuestra si decidís tener hijos. Noto como la ansiedad se apodera de mí cuando son las 4 de la mañana, y mi hijo pequeño se mete en la cama con tos. A las 3 el bebé ha estado llorando porque quería mamar, y a las 7 estaremos todos en pie. Mi hijo se negará a ir a la guardería, pese a todos los intentos conocidos por convencerlo (promesas, regalos, abrazos, mentirijillas,...). Cuando llegue a la guardería, habrán cerrado la puerta y tendré que esperar con el frío de la calle a que abran. Llegaré tarde al trabajo, donde mi jefe me mirará mal y escucharé los cuchicheos de mis compañeros. Cuando salga iré corriendo a recoger a mi hijo, que mostrará total indiferencia hacia mí. Después iremos a hacer la compra, mi mujer me reserva siempre los productos más extravagantes para que tenga que recorrerme todo el super. Cuando tenga toda la lista, mi hijo me dirá, papi, tengo pipi, y corriendo a buscar un baño. Al llegar a casa, mi mujer me esperará con una lista de cosas pendientes por hacer, junto con reproches como "¿Qué hacías? Has llegado muy tarde". Hoy toca bañar al niño, de nuevo inundará el baño, no querrá salir del agua, y cuando lo haga dejaré una pila de juguetes mojados dentro. El caos reinará después en el comedor, donde cientos de cochecitos, piezas de puzzle, caramelos chupados y trozos de ceras de colores inundan el suelo, mientras mi hijo decide estrenar su raqueta de tenis al lado de nuestro televisor de plasma. Llega el momento de la cena, que no transcurre plácidamente en la mesa mientras él me cuenta cómo le ha ido el día, sino en el sofá, mientras el señor observa la misma película de dibujos animados que ve 4 veces al día, y cuyos diálogos parecen ya espinas que se me clavan en el cerebro. Al acabar la cena, y con la energía recibida, comenzará a correr por la casa, y acabará rompiendo algo, lo cual será culpa mía, ya que era yo quien estaba a cargo de él. Conseguiré cenar a medias, porque seguramente antes de que llegue el postre sonará la frase mágica: "Papi, tengo caca", parece mentira cómo cenar y correr un rato por el pasillo puede tener un efecto a la vez laxante y sincronizado con nuestra cena.
Después de limpiarle la mierda, querrá jugar un partido de fútbol en el pasillo, tendré que ponerle el pijama y continuará viendo los dibujos.
Al poco ya es la hora de qyue se vaya a dormir, lo acuesto en la cama para contarle un cuento (siempre el mismo desde hace 2 meses). Cuando acabe, comenzará a correr de nuevo por la casa. Finalmente se duerme, son las 12 de la noche y te acuerdas de que no has acabado de cenar. En ese momento decides que lo mejor será tomar un Valium y enviarlo todo a tomar por culo, o bien finalmente cortártela como tanto te repite todo el mundo. Quizá sea lo mejor, porque la verdad es que para poco más va a servir de momento.

Sunday, February 07, 2010

Qué hacer con un recién nacido.

Más allá de la gran felicidad de tener un hijo, aparecen una serie de circunstancias a las que hay que hacer frente:

- En los próximos meses, es muy probable que no vuelvas a pisar un restaurante y tus salidas quedarán restringidas a cubrir necesidades de tu bebé.
- No volverás a dormir nunca como antes, tu sueño nocturno quedará partido en múltiples tramos.
- Tus vacaciones quedarán restringidas a "cosas que hacer con niños", que normalmente supone un cambio radical frente a lo que solías hacer hasta ahora.
- Olvídate de tus amigos, si es que no lo habías hecho ya. Tu principal relación social será con tu casi septuagenaria suegra y sus anacrónicos consejos sobre la crianza.

Por último, cualquier comentario o queja que hagas al respecto, aunque solamente sea el derecho al pataleo, será interpretado como signo de inmadurez o de egoísmo. Tener niños es algo importante en la vida, y supone una adaptación, pero, ¿implica necesariamente renunciar a todo lo que constituía nuestra vida hasta ahora? ¿Volveremos a ser los de antes?

Sunday, January 24, 2010

Hijos triunfadores

Hace unos días, me enviaron un artículo que hablaba acerca de la autoridad con los niños. Vivimos en una época en la que se está produciendo un choque entre diferentes maneras de educar a nuestros hijos. Por un lado está la corriente más conservadores, la del estilo como nos educaron a nosotros, una especie de nostalgia de aquella moral autoritaria de la obediencia incuestionable de un superior; y por otro lado, el resultado pendular de pensar que la mejor manera de educar es aproximarse a la libertad absoluta del niño, de manera que sea capaz de generar una atmósfera en la que el niño elija qué y cómo desea aprender. La premisa fundamental de este último enfoque es la autorregulación: los niños son capaces de aprender, de relacionarse entre sí, de comer, ..etc. sin necesidad de que un adulto module constantemente su conducta.
Debo confesar que en mi caso me resulta muy complicado discernir qué planteamiento es el correcto; intentando al final coger de aquí y de allá para buscar un razonable término medio.
Creo que al final lo importante no es tanto cómo educar, sino para qué educar. Y en ese sentido, es importante tener en cuenta que el objetivo no puede ser sólo el desarrollo de un individuo libre, sino también de ofrecer unas garantías de que esa persona tenga una adaptabilidad social y económica en un mundo cada vez más complejo.


Os dejo en cualquier caso un artículo que defiende la primera vía de la educación como un refuerzo de la autoridad y el carácter, para que el que quiera lea entre líneas. De la posición contraria, os resultará mucho más fácil encontrar abundante documentación.


HIJOS TRIUNFADORES


Hace unos siglos un famoso pensador griego dijo: "Lo único permanente es que vivimos en un mundo de cambios"

Debemos preparar a nuestros hijos para el mundo del futuro, no el mundo de nuestros padres ni el nuestro. En este mundo actual lo determinante para triunfar será el carácter, no exactamente el conocimiento, como muchos pudiéramos creer. Tener temple, salir de fracasos adecuadamente, hacer de los fracasos un desafío y no una tragedia..., eso será lo que buscarán los seleccionadores de personal.

Para los trabajadores independientes será un auto requisito.
Un hijo forjará carácter si percibe claramente la autoridad de los padres. Con presencia de autoridad los niños y jóvenes a su vez actuarán con autoridad para resolver sus problemas; actuarán por determinaciones. Sin presencia de autoridad nuestros hijos serán débiles de carácter y actuarán por impulsos con los consecuentes problemas de adaptación.

¿Exceso de autoridad? Siempre será mejor exceso que falta de autoridad. El límite de autoridad lo pone la siguiente regla: "La autoridad no debe humillar". Básicamente lo que es el niño o el joven hoy será el adulto del mañana. De vez en cuando hay que mirar al hijo como un adulto potencial.

¿Queremos que nuestros hijos no sufran? Entonces hay que prepararlos para sufrir. No podemos estarle evitando todo el tiempo todo posible sufrimiento ¿si no cuándo aprenderá? Debe comprender la muerte, los problemas de la vida, los problemas en el trato de sus congéneres. No debemos resolverles todos los problemas, hay que ayudarlos a que poco a poco los resuelvan ellos mismos. Nadie logra metas exitosas y duraderas sin un poco de sufrimiento. ¿Alguien imagina a un campeón de atletismo que no sufra para lograr sus marcas? Eso se aplica a todo tipo de campeón y a todo tipo de actividad. Siempre hay que pensar que, en parte, no queremos que ellos sufran para no sufrir nosotros, pero les hacemos un daño con miras al futuro.
Hay que enseñarles a hacer ESFUERZOS SUPLEMENTARIOS. Que sepan que siempre se puede un poquito más. Recuerda que nadie recoge su cosecha sin sembrar muchas semillas y abonar mucha tierra.
Es muy importante enseñarles a carecer, es decir a "sentir la falta de" y arreglárselas por sí mismos. Hay chicos que no juegan su deporte si no tienen zapatillas de "marca". Si no aprendes a carecer no aprendes a arreglártelas. Aunque tengamos para darles el 100%, los chicos deben saber el valor de las cosas. Si no lo hacen de chicos, les será muy difícil de adultos y allí sí que van a sufrir y nosotros también con ellos. ¿Cómo les enseñamos a carecer?¡Dándoles un poquito menos de lo que necesitan! ¡No hay otra manera! Si no ¿cómo sienten la falta de? Así aprenden a apreciar lo que tienen. Aprenden a no ser ingratos. Aprenden a gozar de la vida porque muchas veces se goza en las cosas sencillas. Aprenden a no ser quejosos.

Una excelente escuela para aprender a carecer (sin morir en el intento) es la mesa del hogar, la comida. ¿Qué debemos darles de comer? ¡Lo que nosotros decidamos que es bueno para ellos! Es no sólo por su bien estomacal, sino que es una excelente forma de que aprendan a carecer, que no sean ingratos, que no sean quejosos. "Mami... no me gustan las lentejas". Si quieren hacerles un bien para la vida, denles las lentejas. Habrá berrinches, no se exalten (autoridad no es gritar), que no coma si no quiere, pero cuando le vuelva el hambre: ¡SORPRESA! ... ¡Las lentejas del refrigerador calentadas!

Parece increíble, pero si no hacemos este tipo de cosas no se podrá adaptar. La comida es una buena escuela del carecer, pues así no serán quisquillosos en sus relaciones sociales, en el trabajo y en el mundo real.

También hay que educarlos en el servicio. Una familia normal es un equipo de trabajo con pocas tareas: tender la cama, limpiar los cuartos, lavar los platos, pintar la casa, etc. Hay que educarlos para que realicen labores de hogar, aunque lo hagan mal al principio. Si no hacen este tipo de servicios luego tendrán problemas. Las escuelas más importantes de liderazgo del mundo enseñan a los jóvenes a carecer, para que sepan y entiendan el mundo y lo puedan liderar.

¿Mesadas? Que sean una cantidad fija, más bien, semanales y algo menos de lo que creen que necesitan. Así aprenden a administrar el dinero. Claro que se deben aceptar excepciones, pero conversadas serenamente.

Construyamos hijos luchadores, no debiluchos sobreprotegidos. Que se superen a sí mismos. Que tomen los problemas como desafíos para mejorar. Recuerden que nadie alcanza altura con un solo vuelo. También hay que ilusionarlos con ideales, metas futuras, sueños para que sean buenos de corazón. Importante también es estar convencidos de que triunfador no equivale a tener "dinero o propiedades", triunfadores son aquellos que son felices con lo que hacen, con su vida. Solamente así podrán hacer felices a otros.

Los hijos con carácter templado, conocimiento del carecer, educados en el servicio y plenos de amor e ilusiones serán hijos triunfadores.

Los padres tenemos la gran responsabilidad de criar hijos que transformen nuestro país, en uno donde reine la libertad, la abundancia, la justicia y sobre todo la felicidad.


"El pesimista se queja del viento; el optimista espera que cambie; el realista ajusta las velas."
William George Ward.

Friday, January 15, 2010

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