Tuesday, February 23, 2010

Lo que no se mide, no se controla

Imagínate que llevas 2 semanas en las que por cualquier cosa que digas o hagas tu mujer te ladra. Tu primera reacción será enfadarte y considerar que no es justo el trato que te están dando. Lo que verás a continuación será a tu mujer llorando de rabia y/o pena, criticando lo insensible que eres, lo egoísta, el poco apoyo que le estás dando y lo mal que se lo estás haciendo pasar.
A priori el nacimiento de tu bebé era una buena noticia, y auqnue supone un trabajo extra, lo llevabas con alegría. Pero poco a poco, esta situación te ha ido minando y sumiendo en una atonía e indiferencia hacia las cosas.
Tampoco ayuda el hecho de que tu hijo mayor haya decidido reivindicar la atención que ha perdido, y pruebe todas las estrategias imaginables para que tu mujer le haga caso. Vuelve a cagarse y mearse por casa, llora a todas horas, pega patadas a todos (familia y amigos), se niega a ir al cole, no quiere dormir en la cama y en general dice que no a todo lo que se le propone.
La actitud de tu mujer no hace más que empeorar las cosas con el niño, ya que leyó en un libro que el bebé es como un canguro y que hay que dedicarle el 100% de atención. Tu hijo mientras está desorientado y cada vez se comporta de manera más rara.
Lo que estás pensando, qudar con un amigo a tomar una cerveza y contarle tus problemas, es absolutamente inviable. Tus nuevas obligaciones domésticas (comprar, cocinar, ordenar y limpiar), te lo impedirán. Y de todas maneras, tampoco te iba a servir de mucha ayuda. Probablemente acabarías sintiéndote más desorientado y perdido que antes de hablar con él.

Y en medio de toda esta situación, de pronto un día aparecerá tu mujer y te mirará con una sonrisa para decirte: ¡qué orgullosa estoy de lo bien que lo estás haciendo! Te quedarás desconcertado, pensando si es un comentario irónico o si lo dice en serio. Y a continuación añadirá: últimamente te noto algo raro, algo distante, ¿te pasa algo?
Probablemente te sentirás en la tentación de ponerte a quejar de todo lo que has estado pasando en los últimos días, pero no lo hagas: si lo haces, volverás otra vez al punto de inicio: eres un insensible, un egoísta, etc. Más te vale pasar a la historia como el Santo Job y pensar que pronto tendrás algún momento para estar solo y sentirte de nuevo feliz: un viaje de trabajo, unas vacaciones de Rodríguez, etc. Cuando llegue el momento, aprovéchalo todo lo que puedas, ya que como habrás podido comprobar, a partir de ahora el tiempo es oro.

Friday, February 19, 2010

¿Maternidad feliz? La batalla perdida

¿Son de verdad felices las mujeres cuando son madres? ¿Realmente compensa todo el sufrimiento de un embarazo, un parto, las noches sin dormir?
Si le haces la pregunta a tu mujer, te contestará que sí, no como tú, bestia insensible y cervecera. No sé te ocurra, majadero, quejarte de la falta de sueño, del soporífero devenir de los días de invierno encerrado en casa, con la sensación de que se te pasa la vida con el único aliciente de comprobar si el pañal tiene otra vez mierda, o que el niño no se ha terminado la cena.
Estás en una guerra que hace mucho tiempo comenzaste a perder. Sólo te queda la posibilidad de quedarte en la trinchera e intentar ser feliz a escondidas, a tu manera. Aprenderás a disfrutar de los pequeños momentos en que ni tu mujer ni tus hijos te fustiguen con su continua demanda de atención.
Recordarás con nostalgia (palabra prohibida) aquellos tiempos en que no tenías que preocuparte de nada, en que el fin de semana era un tiempo de descanso y no de más agobio.
Y todo para que dentro de unos años tus hijos desaparezcan, y entonces sentirás nostalgia del ruido que hacían en casa, de su compañía.

Saturday, February 13, 2010

La educación: responsabilidad e impotencia

Posiblemente cuando eras joven y empezabas a sentar cabeza (o te la hacían sentar a cambio de algún magreo en la parte de atrás de un coche), te planteaste que te gustaría tener hijos, y proyectaste sobre tu futra paternidad todo aquello que te gustaría hacer y lo que no. En esto, va en gustos: en un extremo, algunos se limitarían con perpetuar la educación que recibieron (los pocos), y otros en cambio desearían educar a sus hijos de manera totalmente opuesta a como fueron educados ellos.

Poco importa, ya que la educación que finalmente des a tus hijos la decidirá tu mujer de principio a fin. Así que haz te a la idea. Como mucho podrás elegir cuál será su equipo de fútbol (y ojo con que tu suegro sea del equipo rival, porque entonces te tocará callarte más de una vez).

He aquí un listado de las cosas trascendentes de la educación de tu hijo de las que te sentirás responsable y de las que no decidirás:
- Tipo de enseñana (colegio público, concertado o privado).
- Orientación sexual.
- Tipo de juegos (la mayoría de los que te gustan resultarán ser violentos, sexistas, etc.).
- Marca de videoconsola.
- Decoración de su habitación.
- Ropa que lleva.
- Y lo más importante: valores a transmitir y autoridad.

La tendencia actual es que hay que educar a los hijos con flexibilidad, sí que prepárate para vivir en el caos. Tu casa estará llena de juguetes (todas las habitaciones), tu hijo decidirá la programación de televisión, si quiere o no ir a la guardería, qué ropa se pone, si se quiere bañar o no, si se quiere cortar las uñas, qué quiere comer, si quiere irse o no a dormir, y una larga lista de cosas que complicarán tu vida y te harán perder un montón de tiempo.
Cualquier intento de imponer algo de orden en esta situación será considerado por tu pareja como retrógrado, dictatorial, conductista o muchos más cosas negativas. Así que hay que armarse paciencia y soportar cómo se educa a tu hijo de la manera que nunca quisiste que se hiciera, y que encima se exija tu participación en semejante sacrilegio pedagógico.
Pero de nuevo, lo mejor será que te calles y aguantes, ya que lo único que conseguirás será tener maratonianas discusiones que complicarán tu ya de por sí escsa vida sexual, y acabar en el mismo punto en el que habías empezado.

Piensa también que no exista el padre perfecto (ni la madre perfecta, aunque esto último ni se te ocurra mencionarlo delante de ella). Tener hijos es una experiencia que debes disfrutar, y pensar siempre que cuando tus hijos tengan 18 años, la responsabilidad sobre lo que hagan en su vida debe ser sólo suya. El resto plantéatelo de manera que por bajo mano le transmitas a tus hijos algo de lo que abiertamente no puedes hacer, y celebrar en secreto las pequeñas victorias cuando la gran cagada de educación que tu mujer está intentando dar a tus hijos comiencen a dar sus frutos.

La soledad del puerperio

No importa lo unido que estés a tu pareja, las noches mirando las estrellas, lo bonito que fue la voda, ni aquel viaje a una isla tropical. Cuando tengas hijos, de pronto te sentirás totalmente solo.
Las preocupaciones de tu pareja girarán siempre entorno a los bebés, y las conversaciones ya no hablarán de cómo se siente cada uno dentro de la pareja, ni de planes para el futuro, sino de mastitis, pezoneras, partos lotus, perineos, cordones umbilicales, subidas de leche (no es lo que crees). Cuando el pediatra Carlos González (del cual tu mujer habrá leído u oído hablar de algún libro) hable de mamadas, no te engañes. La única mamada que verás será en un canal analógico mientras tu mujer y tu bebé de han desterrado de tu cama (esto claro antes del apagín analógico).

Pero créeme, lo mejor será que te aisles y recuperes tu propio mundo. No esperes comprensión por parte de tu pareja, ya que cualquier comentario que hagas, aunque sólo sea el derecho al pataleo o un pensamiento en voz alta, se convertirá en una muestra de tu atroz egoísmo.

Tu mujer en estos momentos está experimentando un tremendo cambio hormonal equivalente a varias reglas juntas (imagina), tiene un bebé en brazos día y noche que no para de llorar sin que sepa el motivo, no tiene ni idea de cómo darle el pecho (por mucho que sea algo natural no es tan sencillo), se sentirá culpable tanto si elgie la lactancia materna como artificial, y tiene ganas de desahogarse con alguien. El cabeza de turco no serán lógicamente vuestros familiares ni amigos, que os harán un visita de cortesía en la que ambos fingiréis que todo es una maravilla (sobre todo si los visitantes también tienen hijos, en cuyo caso se establecerá una competencia por demostrar quién es el hijo más guapo/listo y/o los padres más competentes). Así que, compañero, la bronca te la vas a llevar tú.

En resumen, lo mejor será que te quedes callado la mayor parte del tiempo, que hagas sin rechistar lo que te digan y que tengas algún detalle cariñoso con tu mujer y el bebé de vez en cuando. A cambio conseguirás que te dejen tranquilo algún tiempo, y puedas dedicarte a ver algún partido de fútbol interesante, a leer un libro o a lo que prefieras. Sólo ten en cuenta que tendrán que ser entretenimientos indoor, porque cada vez que propongas salir de casa, una mirada de odio femenino te atravesará hasta el tuétano.

Olvídate de tus amigos, porque si intentas mantener el contacto telefónicamenteacabarás sintiéndote más culpable y tonto todavía de lo que ya estás. Confórmate con tomar una cerveza de vez en cuanto (siempre que haya una buena excusa). Cuando lo hagas te pasará por la cabeza si lo mejor es sincerarte con tu amigo y contarle la mierda de vida aburrida que llevas, o bien fingir que eres la familia perfecta. Queda a tu elección, aunque debes saber que llegado este punto tus amigos se estarán ya descojonando de ti o compadeciéndote, según lo que te aprecien.

Friday, February 12, 2010

Dopamina y niños

Desde que nació mi hijo, mi vida se ha convertido en un stress.

Me siento como corriendo en una maraton en la que no sé muy bien cuánto falta para la meta, sólo sé que tengo que seguir corriendo y corriendo.

Me pregunto qué nos conduce a tener hijos. Yo os diría: no tengáis hijos, aunque sólo sea para poder hacer frente al sentimiento de estupidez generalizada que existe al respecto, a todos los estereotipos existentes.
Cuando cumplí 14 años, mis familiares me decían, ¿qué ya tienes novia? je, je, cuando tenía novia y decidimos casarnos me decían, ya era hora, cuando decidimos tener un hijo me dijeron, qué ahora a por la parejita, cuando mi hijo creció y decidimos tener otro hijo, la frase era, enhorabuena, ahora ya te la puedes cortar, o ¿y qué, el mayor tiene muchos celos?
Pero es que nos hemos vueltos locos o qué???????

En fin, sólo quería dejar claro que mi vida ha cambiado por completo, al igual que cambiará la vuestra si decidís tener hijos. Noto como la ansiedad se apodera de mí cuando son las 4 de la mañana, y mi hijo pequeño se mete en la cama con tos. A las 3 el bebé ha estado llorando porque quería mamar, y a las 7 estaremos todos en pie. Mi hijo se negará a ir a la guardería, pese a todos los intentos conocidos por convencerlo (promesas, regalos, abrazos, mentirijillas,...). Cuando llegue a la guardería, habrán cerrado la puerta y tendré que esperar con el frío de la calle a que abran. Llegaré tarde al trabajo, donde mi jefe me mirará mal y escucharé los cuchicheos de mis compañeros. Cuando salga iré corriendo a recoger a mi hijo, que mostrará total indiferencia hacia mí. Después iremos a hacer la compra, mi mujer me reserva siempre los productos más extravagantes para que tenga que recorrerme todo el super. Cuando tenga toda la lista, mi hijo me dirá, papi, tengo pipi, y corriendo a buscar un baño. Al llegar a casa, mi mujer me esperará con una lista de cosas pendientes por hacer, junto con reproches como "¿Qué hacías? Has llegado muy tarde". Hoy toca bañar al niño, de nuevo inundará el baño, no querrá salir del agua, y cuando lo haga dejaré una pila de juguetes mojados dentro. El caos reinará después en el comedor, donde cientos de cochecitos, piezas de puzzle, caramelos chupados y trozos de ceras de colores inundan el suelo, mientras mi hijo decide estrenar su raqueta de tenis al lado de nuestro televisor de plasma. Llega el momento de la cena, que no transcurre plácidamente en la mesa mientras él me cuenta cómo le ha ido el día, sino en el sofá, mientras el señor observa la misma película de dibujos animados que ve 4 veces al día, y cuyos diálogos parecen ya espinas que se me clavan en el cerebro. Al acabar la cena, y con la energía recibida, comenzará a correr por la casa, y acabará rompiendo algo, lo cual será culpa mía, ya que era yo quien estaba a cargo de él. Conseguiré cenar a medias, porque seguramente antes de que llegue el postre sonará la frase mágica: "Papi, tengo caca", parece mentira cómo cenar y correr un rato por el pasillo puede tener un efecto a la vez laxante y sincronizado con nuestra cena.
Después de limpiarle la mierda, querrá jugar un partido de fútbol en el pasillo, tendré que ponerle el pijama y continuará viendo los dibujos.
Al poco ya es la hora de qyue se vaya a dormir, lo acuesto en la cama para contarle un cuento (siempre el mismo desde hace 2 meses). Cuando acabe, comenzará a correr de nuevo por la casa. Finalmente se duerme, son las 12 de la noche y te acuerdas de que no has acabado de cenar. En ese momento decides que lo mejor será tomar un Valium y enviarlo todo a tomar por culo, o bien finalmente cortártela como tanto te repite todo el mundo. Quizá sea lo mejor, porque la verdad es que para poco más va a servir de momento.

Sunday, February 07, 2010

Qué hacer con un recién nacido.

Más allá de la gran felicidad de tener un hijo, aparecen una serie de circunstancias a las que hay que hacer frente:

- En los próximos meses, es muy probable que no vuelvas a pisar un restaurante y tus salidas quedarán restringidas a cubrir necesidades de tu bebé.
- No volverás a dormir nunca como antes, tu sueño nocturno quedará partido en múltiples tramos.
- Tus vacaciones quedarán restringidas a "cosas que hacer con niños", que normalmente supone un cambio radical frente a lo que solías hacer hasta ahora.
- Olvídate de tus amigos, si es que no lo habías hecho ya. Tu principal relación social será con tu casi septuagenaria suegra y sus anacrónicos consejos sobre la crianza.

Por último, cualquier comentario o queja que hagas al respecto, aunque solamente sea el derecho al pataleo, será interpretado como signo de inmadurez o de egoísmo. Tener niños es algo importante en la vida, y supone una adaptación, pero, ¿implica necesariamente renunciar a todo lo que constituía nuestra vida hasta ahora? ¿Volveremos a ser los de antes?