Friday, October 15, 2010

Cómo no afrontar la muerte de los abuelos

Cómo afrontar la muerte de los abuelos

Mientras criamos a nuestros hijos, nos cuesta darnos cuenta de que nos hacemos más mayores, y también sucede con nuestros padres. Aunque la esperanza de vida es cada vez mayor, también lo es la edad en la que decidimos tener hijos, por lo que existe la probabilidad de que nuestros hijos tengan que afrontar, al igual que nosotros, la muerte de sus abuelos.
Buscando referencias en internet, se indica en general que no es conveniente ocultar directa o indirectamente la muerte del abuelo a los niños, ya que finalmente se darán cuenta y les resultará más difícil asimilar la situación. Igualmente se indica que deben evitarse las metáforas del tipo “el abuelito se ha quedado dormidito y ya no se ha despertado”, “el abuelito se ha ido a dar un largo viaje”. Para la gente religiosa, puede ser válida la explicación de que el abuelito está en el cielo, si bien requiere una explicación teológica que no sé si los niños llegan a comprender.
Mi experiencia personal es que, como en otros temas, al final es habitual llevar las cosas a un extremo excesivo. Tras la muerte del abuelo, mi mujer se empeñó en hacer partícipe a nuestro hijo de 3 años de las emociones del duelo, mientras a mí se me clavaba algo en el corazón cada vez que veía su cara y tenía que explicarle que nunca más vería a su abuelo. Para mí hubiera sido suficiente con eso, no creo que fuera necesario que nuestro hijo hubiera seguido presenciando momentos de dolor en los cuales ni comprendía lo que estaba pasando, ni realmente podía ayudar más que por aportar la alegría innata de los niños.
Creo que no es correcto el planteamiento que se realizaba antes (ocultar la muerte), y que hay que intentar asumir que la muerte es una parte más de nuestra existencia, tanto niños como adultos. Pero no creo que un niño de 3 años tenga una edad como para que la muerte del abuelo sea algo edificante, sino más bien sea algo que le asuste porque no tiene recursos cognitivos para comprenderlo.
Es nuestro deber como padres proteger a nuestros hijos de las desgracia y que disfruten de una infancia feliz. Si cuando ponemos el telediario y vemos un accidente aéreo o un terremoto cambiamos de canal, ¿por qué en cambio le hacemos partícipe del terrible dolor que provoca el duelo?

Friday, June 18, 2010

Festival de Fin de Curso

Por el megáfono se oía:
"Vuestros hijos han recorrido un largo camino junto a nosotros, que hemos tenido la suerte de poder compartir con ellos muchos momentos que vosotros os habéis perdido. Ellos crecerán y olvidarán la guardería, pero nosotros no los olvidaremos. Además, este año cumplimos 5 años".
Con este melancólico mensaje comenzaba el festival de fin de curso, una de esas costumbres que uno no sabe si tienen sentido, pero están ahí.
Niños de 3 años de pie, junto a la pared, sin un escenario, siendo observados por al menos 50 personas que emiten un sonido ensordecedor, de pie, enarbolando sus cámaras de foto y de vídeo, reclamando a toda costa que sus hijos les miren y sonrían. De nada ha servido el aviso de la guardería: por favor, que los padres mantengan la calma.
Algunos niños ya están llorando, uno se ha meado, y la mayoría están pidiendo a gritos que sus padres los abracen.
Mientras tanto, algunos padres ya han retirado la atención de sus hijos y se deleitan observando quién es el niño más gracioso, el más triste, o el más ausente.
Una niña se tapa la cara con las manos, e intenta seguir los pasos del baile, sin saber muy bien por qué tiene que hacerlo. Otra niña chapotea en el charco de pis que ha dejado un niño llevado por la emoción.
El mensaje lacrimógeno de la dueña de la guardería parece haber llegado a los padres, pero no a las monitoras, cuya cara de cansancio refleja lo agotador que resulta tener que controlar a tantos niños durante tantas horas, las ganas de vacaciones y la espinita clavada de que al final les tocará trabajar también en Julio.
Las mamás han decidido, en un alarde originalidad y de empatía, que lo que le haría más ilusión a la monitora sería un álbum de fotos con sus hijos. Como si no hubieran tenido bastante con verles la cara durante tantas horas, de haber soportado sus lágrimas, sus gritos, sus rabietas, haberles tenido que enseñar a comer, a pintar y a tantas otras cosas supliendo lo que deberían haber hecho sus padres, pues bien, para que no olviden esas caritas alegres les regalan un compendio de todas ellas.
¿Qué podrá más, esa tendencia humana a olvidar lo malo y quedarse con lo bueno que sirve de mecanismo defensivo de la memoria, o por contra al final se impondrá el más absoluto de los olvidos? En este segundo caso, el álbum habrá resultado algo inútil. En cualquier caso, debemos asumir una cosa (que seguramente habremos observado si nos encontramos por casualidad con alguno de nuestros profesores de hace 20 años): siempre nos acordaremos de nuestros profesores, pero ellos cada año tendrán 20-30-40 caras nuevas, y al final su capacidad de retener una cara, un nombre, una anécdota, quedará reducida a lo extraño, a lo que se escape de su rutina.

Pero es igual, para nosotros nuestros hijos siempre serán los mejores, y da igual que les hagamos pasar un mal rato, lo que importa es poder sacar las fotos y vídeos para que el día de mañana se vean. Porque si es triste ver pasar el tiempo, más aún es la nostalgia de ver que se han hecho mayores y ya son autónomos. Cuando acaban la guardería, te acuerdas de lo difícil que resultó el primer día, tanto para ellos como para vosotros. Te acuerdas de todos los días que lo has llevado, de como te has puesto en la piel de tus hijos y has vivido las alegrías y las adversidades, y hasta te has hecho amigo de sus compañeros, a los que también vas a echar de menos porque lo más seguro es que salvo excepciones solamente verás a alguno de ellos cuando te lo encuentres por la calle. Y parece que se te haya olvidado aquel día que volvió con un ojo hinchado, o que el padre de otro niño aparcó de tal manera que no podías mover tu coche, o de las horas en vela que pasaste para que tuviera plaza...
Todo pasa.

Monday, May 24, 2010

Padres e hijos: imposible triángulo de las Bermudas

Esta es la historia: tenías una buena relación de pareja, tienes una buena relación con tus hijos, pero cuando se produce la interacción con ambos, la cosa cambia. ¿Qué está pasando?

He aquí algunas de las cosas que pueden conducir a que discutas más con tu mujer o con tus hijos cuando están juntos:

1) Tu mujer se pasa el día haciendo sutiles comentarios críticos acerca de tu manera de educar a los hijos.
Puede ser algo tan sutil como la temperatura de un biberón, lo oportuno de juegos violentos, el horario de irse a dormir, etc.
Creo que está claro que es más fácil ver los toros desde la barrera, y que todos pecamos a veces de ver las cosas muy sencillas y criticar al otro. Sin embargo, tener que soportar constantes correcciones resulta al final de un desgaste demoledor, porque sin darte cuenta acabas con la desazón de pensar que nunca estás haciendo lo correcto. Sobre todo cuando coincide con un momento en que tus hijos están nerviosos, enfadados o enfermos, motivos todos ellos de un mayor stress.
Solución: prohibido hacer comentarios al otro progenitor sobre cosas que realmente no son importantes. Es mejor tomar nota mental o con lápiz y realizar reuniones de pareja en un momento sereno, en el cual seamos capaces de reflexionar acerca de lo que es importante y lo que no. Al fin y al cabo, todos tenemos una manera distinta de ver las cosas y no podemos estar de acuerdo en todo.

2) Tu mujer no quiere regañar a tu hijo cuando ha hecho algo que no debía. Acabas pagándolo tú.
Supongamos que tu hijo acaba de utilizar su vaso de agua como un escanciador, mojando todo el comedor. La conducta incorrecta ha sido suya, tu mujer se reprime porque por principios no quiere reñirlo o castigarlo, y la bronca al final va para ti por permitir que lo haga.
Es injusto y no hay paciencia que aguante esto.
Solución: hay que plantearse cuáles son los límites que se deben poner a los hijos, que deben estar consensuados a nivel de pareja, así como la manera de reaccionar en cada caso. Si la conducta está fuera del límite aceptable, hay que reaccionar, pero no descargar las tintas sobre la pareja, ya que esto no corrige la conducta del niño y consigue encabronar al otro progenitor.

3) No consigues ponerte de acuerdo acerca de qué hacer el fin de semana o cuando lleguen las vacaciones.
Puede pasar que te apetezca pasar el día haciendo deporte con tus hijos al aire libre, mientras tu pareja prefiere quedarse en casa preparando un pastel de chocolate y luego comérselo, o bien visitar a tus suegros.
En vacaciones, puedes preferir ir a la playa o a la montaña y tu pareja preferir irse de turismo urbano para acabar en un spa construido con cemento.
Solución: Respecto al ocio cotidiano, debe regir un principio más o menos democrático o compensado, hay que saber ceder y si un día se hace una cosa que gusta más a uno de los miembros de la familia, en otro momento deberá ser al revés. Es de un gran egoísmo ir poco a poco modificando los hábitos de los demás para que se ajusten a lo que realmente tú quieres hacer, y luego no ceder a las peticiones de los demás.

4) La comunicación con tu mujer se limita a cosas prácticas y superficiales, como la dieta, el sueño, las deposiciones o las enfermedades de tus hijos. Cuando hablas de algo importante y en lo que tenéis diferencias de opinión, acabáis discutiendo.
La dolorosa consecuencia de esta situación es que acabas prefiriendo aislarte en tu mundo y olvidarte de tu mujer, ya que es lo que menos daño te genera. Pero, ¿qué pasará a largo plazo?
Resulta difícil vivir con alguien cuando existen estas tensiones latentes, el problema es ¿cómo resolverlo si ya lo has intentado de todas las maneras? Existen situaciones que se enquistan, y tras horas y horas de conversaciones y discusiones ya has perdido la fe en que se llegue a una solución. A veces pienso que el problema es que no nos han educado para tolerar las diferencias de opinión, somos demasiado egoístas para hacerlo pese a que nos esforzamos.
Quizá sea necesario asumir que pasados unos años y con hijos por medio, la relación de pareja nunca volverá a ser igual, pero, ¿cómo saber hasta qué es lo normal, o es patológico a nivel de pareja? Da miedo pensar en la cantidad de separaciones que hay hoy en día con niños por medio, pero también se puede pensar, ¿realmente quiero condenar mi existencia a una situación que me genera tanta desilusión y me bloquea tanto como persona?
Hace tiempo que comentamos la necesidad de que cada uno tuviera su ámbito de libertad, algo que creo que ella ya hace, pero me resulta muy difícil vivir esta situación sin que existan unos límites claros y hablados.
Lo que no puedo soportar es que después de todo el esfuerzo que hago a diario, de las noches en vela, de los cuentos por la noche para dormir, de las actividades del fin de semana para sorprender a mis hijos, de las preocupaciones cada vez que se ponen enfermos o tienen algún problema, que después de tantas y tantas y tantas cosas, acabe diciendo que soy un egoísta porque un día cada 2 meses quiero quedar con unos amigos a comer, o a jugar al padel. Cuando ella sí que se ha montado sus clases de yoga, de masajes, sus cursos y le tengo que apoyar en su trabajo. Ante esta situación, ella dice que todo lo que monta es para hacerlo con niños…. Pues yo montaré un viaje a Suecia para ir con niños, a ver si a ella le parece bien.

Otras conclusiones que saco son:
- Cada vez me doy más cuenta de lo solos que estamos en la vida. A medida que nos hacemos mayores, no podemos aspirar a que nuestros padres continúen siendo nuestro apoyo emocional, cuando el acecho de la muerte y la enfermedad los hace a ellos anímicamente más vulnerables. También es probable que ellos piensen que ya han apoyado lo suficiente, y que tenemos que tener la firmeza para poder hacer frente a nuestras vidas cuando ellos no estén.
- Los amigos se distancian, no de manera definitiva, pero sí lo suficiente para que nuestra relación con ellos mute. Ahora ya no podemos aspirar a vernos cada fin de semana y servirnos de apoyo mutuo, sino para vernos de vez en cuando, ponernos al día y recordar cosas pasadas. El recuerdo nostálgico de otros tiempos ya depende de cada cual. Hay quien tiene la habilidad para mantener a los amigos más cerca, involucrando a su pareja, aunque tengo que admitir que yo no he sabido hacerlo.
- A la pareja cada vez le preocupan menos nuestros problemas, ya que la prioridad son los niños que son quienes realmente necesitan más nuestro apoyo. Reivindicar que nosotros también necesitamos ser escuchados es interpretado como una muestra de egoísmo. Y lo que es peor, sincerarse contando nuestras vulnerabilidades en relación con el trabajo, nuestra familia o nuestra visión de la vida, puede ser utilizado posteriormente en el transcurso de una discusión, haciéndonos sentir aún peor.



En definitiva, hay que mirar adelante, no ser infeliz con los problemas que no tienen solución, intentar ver las cosas de otra manera, y si queremos algo, hacerlo siempre desde el respeto a los demás. Si intentamos conseguir la aprobación de todo el mundo a lo que hacemos, lo llevamos claro.

Thursday, May 20, 2010

Los padres también sufren depresión prenatal o posparto, según estudio

Adjunto noticia para desmontar mitos.


Los padres también sufren depresión prenatal o posparto, según estudio

2010-05-19 11:57:14
MADRID (EUROPA PRESS)

Investigadores del Virginia Medical School, en Norfolk (Estados Unidos), aseguran que el 10 por ciento de los padres padece trastornos depresivos durante el embarazo de sus parejas o después del parto, según los resultados de un estudio publicado en el 'Journal of the American Medical Association' (JAMA).

Ambos trastornos son mas frecuentes entre las madres y, de hecho, conlleva consecuencias negativas tanto personales y familiares como en el desarrollo del niño. Sin embargo, los investigadores trataron de analizar la prevalencia y efectos negativos de la paternidad, comprobando que es entre el tercer y sexto mes después del nacimiento cuando se detectan más casos de depresión posparto en hombres.

Para ello, los autores de este artículo analizaron diferentes estudios anteriormente realizados, que incluían a un total de 28.004 sujetos varones, e identificaron que el 10,4 por ciento presentó algún tipo de depresión durante el primer año de vida de sus hijos, cuando la tasa en la población general es del 4,8 por ciento.

Saturday, May 15, 2010

Ser papá: Madurez e implosión

Hoy me encontré por la calle con una amiga que hacía años que no veía (también con hijos), que me decía: "Cuánto recuerdo lo bien que lo pasamos hace años, parece como si ahora estuviéramos viviendo OTRA VIDA".

Y la frase me ha hecho pensar, y darme cuenta de que mi vida ahora ya no es un cocktail de libertad, diversión, sueños y proyectos. Más bien parece que se haya producido una implosión y haya salido una persona distinta, cuya vida es un combinado de las siguientes cosas:

- una pareja centrada de manera entusiasta en los niños y su crianza, que ha dejado de lado su espíritu rebelde y aventurero, que no ha hecho deporte en años y que ha cortado en seco su libido sexual (y la mía), alegando su cansancio. Mi comunicación con ella se restringe a temas operativos y tácticos con nuestros hijos, y salvo que tengamos alguna diferencia en cómo educarlos no solemos profundizar más.

- unos padres desengañados porque decidimos criar a nuestros hijos de manera distinta a como ellos lo hicieron, que se sienten atacados por no haberlo hecho bien en su momento. De nada sirve intentar convencer a mi madre de que la religión no es la única fuente de buenos valores para los hijos, una vez el germen de la decepción se instala en sus vísceras difícilmente la cosa cambiará.
La consecuencia es que el afecto se ha desplazado hacia los nietos en su totalidad, me he convertido en un mero conductor de mis hijos de mi casa a la de sus abuelos.

- unos hijos que cuando crecen se van haciendo más egoístas y déspotas, a los cuales dedicas todo tu tiempo libre con cada vez la duda más grande de que aquel proyecto de tener una familia estaba muy idealizado en tu cabeza, y que en más de una ocasión te hará pensar en que si pones con el paso del tiempo en la balanza todo lo bueno y lo malo que te han aportado, ganará lo malo (frase de mi madre).

- un grupo de amigos cada vez más bifurcado en dos grupos: el de los que están sin novia (la mayoría de ellos depresivos, uno alcohólico, otro sin trabajo, dos todavía opositando) y el de los que se casaron y tienen niños (éstos no tienen tiempo para estar deprimidos, aunque si consigues que tengan media hora de tiempo libre para que te cuenten su día a día, descubrirás con qué amargura viven una nueva vida cargada de insmonio, obligaciones, preocupaciones, y poco margen para el buen humor).

- Unos suegros con enfermedades crónicas que les hacen pasar temporadas en el hospital, lo cual implica visitas periódicas y/o sentimiento de culpa por no visitarlos. Cada visita implica un volcado de nuevos conocimientos médicos sobre la enfermedad y el sufrimiento, así como la constatación de lo horrible que es para una persona levantarse por la mañana pensando en la muerte.

- El trabajo es quizá en lo que mejor me encuentro (afortunadamente la crisis no se ha cebado conmigo, de momento).

Dicen que los cambios de estación de invierno a verano y de verano a invierno son especialmente complejos para el individuo. Si a eso le juntamos que mañana es mi cumpleaños, os puedo decir que no tengo ningunas ganas de celebrarlo (¿con quién?¿a alguien aparte de mí para quien tiene realmente algún valor hoy en día? ayer mi madre me dio un sobre con dinero y me dijo, cómprate lo que quieras), y no porque no quiera seguir cumpliendo años (no considero que esté en una edad mala), sino porque cuando recuerdo cómo eran mis cumpleaños hace unos años, la idea de sentirme solo emocionalmente en estos momentos me deprime. Así que me parece que voy a concentrar mis energías en buscar una segunda implosión, intentando convertir cada una de las relaciones con los demás que me han decepcionado en algo que me resulta satisfactorio, bien porque no espero nada a cambio, o bien porque cambio el paradigma de mi relación. Quizá sea la manera más positiva de enfrentarme a mis problemas.

Dentro de 2 semanas se casa uno de mis mejores amigos, lo veo todo ilusionado preparándolo todo y sin saber por qué, me entra una enorme tristeza (ya me pasó en la última boda de un amigo), mezcla de nostalgia y de insatisfacción, porque me lo imagino arrojado en una dirección en la cual perderá el control de su vida, y se despertará de pronto a las 4 de la mañana oyendo llorar a uno de sus hijos, pensando en la importante reunión en el trabajo del día siguiente, en cómo se las ingeniará para no faltar al día del papá en la guardería para no decepcionar a su hijo, cambiándose de ropa como Superman para volver a la reunión, de cómo llegas a casa pensando en irte a dormir y te encuentras una fiesta sorpresa a medio montar, con la tarta en la nevera y las velas encima de la mesa, pero sin gente y sin guirnaldas, y sonríes durante 4 horas cuando por dentro lo que te pide el cuerpo es olvidarte de todo y quedarte mirando una pred en blanco, no tener que pensar en nada, de nuevo una implosión pero de otro tipo.

Espero que lleguen pronto las vacaciones, y que sean vacaciones sedentarias, no sé lo que haré. Quizá sea otra vana esperanza, como la que tiene alguien al casarse, al reencontrarse con los amigos o al celebrar su cumleaños, y las vacaciones no sean más que otra sucesión de días despertándome a las 4 y a ls 7 de la mañana, siguiendo a rastras a mis hijos e intentando comer tranquilamente en un restaurante. Ya veremos.

Tuesday, March 16, 2010

¿Por qué odio a Carlos González pediatra?

¿Por qué odio a Carlos González pediatra?
Seguramente a la mayoría de las mamás y a algún que otro padre le habrá sorprendido el título de esta entrada y pensará: ¿quién puede tener algo en contra de este señor entrañable con pelo ochentero y sabios consejos, el punset de la pedagogía infantil?
Pues la cuestión es la siguiente: cualquiera que se gana la vida con los libros de autoayuda (sean sobre superar la ansiedad o sobre crías niños) debe saber que existen algunas cuestiones básicas para tener éxito:
- Hablar sobre temas que preocupen a la gente (vida en el universo, cambio climático, niños que no comen/duermen).
- Introducir una idea polémica para despertar notoriedad o incluso alarma mediática, cuestionando si es posible el status quo.
- Utilizar aforismos y chascarrillos fáciles de recordar y repetir en el bar, en la sesión de psicoterapia o en el parque infantil.
- Autopromoción, autopromoción, autopromoción, autopromoción, autopromoción. Cuantas más veces salgas en la prensa, en la radio y sobre todo en la tele, más libros venderás. Los medios convierten en científico y veraz lo que dicho en otro contexto sería cuestionable o motivo de mayor análisis. Acompáñese de fotos (aunque uno sea feo), para lograr más proximidad con los lectores y seguidores.
No sé si este señor (ni otros muchos que se ganan la vida de esta manera, con enfoques mucho peores) es consciente de que la falta sensación de seguridad y cientifismo que incorporan la mayoría de sus afirmaciones categóricas tiene calado en muchas familias, y en la mía en particular ha generado numerosos conflictos, generando más problemas que soluciones con sus enfoques innovadores.
Voy a revisar algunas de sus tesis más discutibles, basándome en un artículo reciente que he leído en una revista (http://revista.consumer.es - marzo 2010). Bastará para echar un vistazo a sus puntos de vista, ya que sea en libros, en conferencias o en entrevistas al final siempre dice lo mismo. Encontraréis auténticas perlas que, analizadas más tranquilamente, son cuanto menos discutibles.
1) “Los niños no nacen con instrucciones ni falta que hace. Hay que aplicar el sentido común y amar al niño por encima del agotamiento, estrés y desesperación”.
En efecto, por muchos libros que se escriban y se lean, los que hemos tenido niños sabemos que en el día a día es como realmente aprendemos a ser padres, una tarea muy complicada y que es distinta para cada niño. Pero antes de aplicar la anarquía del sentido común (el menos común de todos los sentidos), creo que es evidente que todos recibimos muchos consejos (algunos buenos, otros no tanto), aportados por familiares y amigos con la mejor intención. Desoír todo lo que nos dicen y confiar en el albedrío me parece una postura peligrosa, además de ofensiva hacia aquellos que nos intentan ayudar.
Por otra parte, ¿no tenemos derecho como padres a sentirnos agotados, estresados o desesperados en algún momento? ¿Acaso debemos ser superhombres o héroes que nunca desfallecen? No conozco entre mis amistades a ninguna persona sensata que no me haya confesado en alguna ocasión las diversas dudas que ha tenido como padre/madre acerca de si estaba haciendo lo correcto.
2) “El problema es lo incompatible que resulta en este país conciliar la vida laboral y la familiar. No comulgo con la idea de que los niños pasen muchas horas en la guardería, salvo cuando sea estrictamente necesario”.
A cualquier padre o madre que quiere a sus hijos le gustaría pasar más tiempo con ellos, no llegar a casa agotado y poder dedicar el mayor afecto y atención posible a sus pequeños. Pero decir que el problema es la conciliación y denostar las guarderías es música celestial para todos aquellos que nos deslomamos día a día para poder cumplir en el trabajo, con los hijos, sacrificando nuestro sueño, nuestro tiempo y nuestra propia salud por ellos.
¿Qué clase de solución o ayuda nos da este tipo de afirmaciones? Ninguna. A mí también me preocupa el cambio climático, la crisis económica, los terremotos, las enfermedades, pero vivimos en un tiempo en que nos hacen falta más soluciones y menos análisis florales. Me parece muy poco realista en el contexto actual que un padre se coja el permiso de paternidad (si es que no quiere que lo despidan), reducciones de jornada o similares. Y mientras las cosas sigan así, nos tendremos que conformar con conciliar el trabajo con la familia como hasta ahora, con abnegación, con ayuda de los abuelos, y si no nos queda más remedio, de las guarderías. Si Carlos González está dispuesto a venir a mi casa por las tardes con mis 2 hijos, por mí perfecto, pero mientras tanto prefiero que estén cuidados por gente especializada.
3) “A lo largo del siglo XX y finales del XIX, se han difundido toda una serie de normas acerca de que no hay que coger al niño en brazos porque se malcría, pero si no tienes a tu hijo para cogerle en brazos y contarle cuentos, para qué lo tienes.”
Vivimos en un mundo de normas porque es la manera como aprendemos las cosas y transmitimos culturalmente el conocimiento. Si viviéramos en la selva, seguramente no tendríamos ninguna norma y el niño se nos agarraría a la espalda como si fuera un mono. Por suerte vivimos en un mundo civilizado en el que tenemos que conjugar nuestra esencia de seres mamíferos con nuestros avances como especie. Nuestro instinto de superación nos ha llevado a encontrar soluciones a muchas cuestiones como la rueda, el fuego, la electricidad, la penicilina, y los ordenadores.
Educar a nuestros hijos no es sólo cogerlos en brazos como si fuéramos monos, sino también un proceso de transmisión cultural muy potente a través del pensamiento y lenguaje. Para mí el dilema es mucho más complejo que coger o no al niño cuando llora. Como he dicho antes, cualquier padre o madre que quiere a sus hijos deseará estar mucho tiempo con ellos.
4) “Si no haces lo que piensas, acabarás pensando lo que haces.”
Imaginemos que nuestro hijo se niega a ir al colegio, a cenar, a apagar la televisión y a recoger sus juguetes o a irse a dormir. Siguiendo la teoría de la crianza natural, deberíamos ser afectuosos con el niño y recordarle todo lo bueno que hace. Pues bien, llevo meses intentándolo y debo decir que no he conseguido ningún resultado. Pero no sólo es esto, a mí frustración se añade el intento constante de mi mujer de justificar las razones por las que el niño no haya asimilado todavía ninguna norma de convivencia ni de higiene personal. Sigue durmiendo con pañal a los 4 años, no se lava las manos ni los dientes, se mea fuera.
Algunas de los motivos: es que hoy está más cansado, es que no ha dormido bien, es que está malito, es que ha acusado la llegada de su hermano, es que está en los terribles 2 años, es que ahora está con los dientes, es que está en la edad de las rabietas, es que se está reafirmando,…… el caso es que el que recoge los juguetes soy yo, y el que soporta a un niño irritable que no ha dormido lo suficiente soy yo también.
Por tanto, añadamos aquí una nueva rimbobante frase: si las cosas no salen como quieres, siempre encontrarás una manera para justificar por qué no ha sido así.
5) “No hay una sola manera de criar bien a un hijo ni hay una sola manera de criarlo mal”.
No hay una sola manera de mear dentro del wáter ni una sola manera de mearse fuera.
6) “Se trata de reflexionar sobre cuánto dinero te puedes gastar en coche, cuánto en unas vacaciones, cuánto en comprar un apartamento en la playa y cuánto en criar a tu hijo.”
Se olvida aquí de mencionar la hipoteca, o la posibilidad de que a los 2 miembros de la pareja nos despidan o nos recorten la jornada. Es muy bonito decir: renuncia a trabajar para pasar más tiempo con tus hijos, pero en el mundo en que vivimos, salvo que nos vayamos a vivir a una tienda de campaña, me parece más un discurso para la galería que una auténtica ayuda. Me gustaría también saber si este señor predica con el ejemplo, porque con tanta conferencia aquí y allá no sé si dedicará tanto tiempo a los hijos como predica, o se dedicará más a lucrarse escribiendo y hablando sobre ellos.
Es más, incluso en el caso de que pudiéramos permitirnos quedarnos todo el tiempo en casa sin trabajar, ¿qué pasaría el día de mañana cuando acudiéramos a una entrevista de trabajo y dijéramos: señor, he estado diez años sin trabajar porque estaba cuidando de mis hijos, que es lo más importante”….
No es una cuestión de prioridad, es una cuestión de realismo.
7) El instinto hay que seguirlo la mayoría de las veces sí porque el instinto ha ayudado durante millones de años a los padres a cuidar a sus hijos, de lo contrario no estaríamos aquí.
Eso es, ahora nos cargamos al mono en la espalda y a caminar por la selva. Espero que no nos atrape el león ni nos devoren las termitas.
8) “Muchas veces pensamos que los niños cambian porque les educamos y en algunos aspectos es así, sin duda, pero la mayoría de los cambios que experimentan los niños se deben a que crecen. A los dos años dicen unas cosas, a los cinco otras y a los doce otras.”
Aquí ya me pierdo. Por un lado somos tan importantes para nuestros hijos, y por otro nuestra educación es irrelevante. No lo entiendo, me parece un argumento tautológico. Si como dice hay que seguir el sentido común, a mí el mío me dice que mientras críe a mis hijos tendré que tomar muchas decisiones por ellos que no serán las más deseables por ellos a corto plazo, pero lo tendré que hacer con el convencimiento de que estoy haciendo lo mejor por ellos, ya que no se encuentran en disposición de decidir.
En mi día a día, observo sin necesidad de ser Piaget que mi interacción con mis hijos les ayuda a crecer y a aprender. No será del todo determinante, porque también juega su personalidad, pero debemos creer en nuestra labor como educadores. Si la mayoría de cambios, como dice este señor, se deben a su propio crecimiento y maduración personal, dejaré a mis hijos debería dejar a mis hijos que jueguen solos, ¿no? No vaya a ser que los entorpezca…
9) No recomiendo que los niños estén siete horas con los abuelos porque lo que el niño realmente necesita es estar con sus padres, sobre todo con la madre.
Muy bien, pues entonces nos iremos a vivir debajo del puente y que la casa se la quede el banco, y nosotros a criar, que las guardería son malas malas muy malas y los abuelos también.
10) Con los bebés hay que tener tolerancia en todas las cosas que se pueden tolerar. Cada cual tiene que tomar sus decisiones.
Vaya, ahora que parece que el tema se ponía interesante y que íbamos a recibir consejos prácticos, nos quedamos con una respuesta ambigua.
11) “Tener tiempo para los padres no es excluyente, por qué no estar al mismo tiempo con tu hijo.”
Yo no sé este señor como ha tenido 3 hijos, vamos que hay cosas que no pueden hacer los papás con los niños delante.
12) “Yo he dormido con mis padres hasta los seis años, por tanto ellos no sabían que había que dormir solos y como no había otra habitación en la casa…”
Esto explica muchas cosas. Si no haces lo que piensas, acabarás pensando lo que haces.
13) “Si un bebé se despierta muchas veces por la noche el problema lo tienes tú que te tienes que levantar a la mañana para ir a trabajar porque luego el bebé sigue durmiendo. “
Esta obviedad ya la llevo sufriendo en mis carnes desde que nació mi primer hijo. Es decir, si mis hijos no duermen el problema soy yo.
14) “No creo que las rutinas sean necesarias y convenientes para el desarrollo de un niño y habría que ver si tu vida es más fácil con rutinas. Estoy convencido de que no son necesarias las rutinas porque los niños se adaptan a muchas cosas distintas, igual que los adultos. “
Pues nada, mañana por la noche me llevo de fiesta al niño, ya que dado que se adaptan a cosas distintas no habrá problema, ¿verdad?
Por suerte veo que mis hijos se han acostumbrado, contra lo que dice Carlos González, a ciertas circunstancias cotidianas. Nos levantamos a la misma hora, comemos a la misma hora, damos el baño a la misma hora. Mi experiencia es que siempre que se han producido cambios en esos horarios (cuando hemos ido de viaje, cuando comemos fuera, cuando es fin de semana, etc.), mis hijos comen peor, duermen peor, y están de peor humor.


En resumen, este señor venderá muchos libros y tendrá muchas seguidoras, pero francamente, debería pensar un poco mejor si lo que dice realmente ayuda a los padres o sólo les genera más confusión y más conflictos.

Tuesday, February 23, 2010

Lo que no se mide, no se controla

Imagínate que llevas 2 semanas en las que por cualquier cosa que digas o hagas tu mujer te ladra. Tu primera reacción será enfadarte y considerar que no es justo el trato que te están dando. Lo que verás a continuación será a tu mujer llorando de rabia y/o pena, criticando lo insensible que eres, lo egoísta, el poco apoyo que le estás dando y lo mal que se lo estás haciendo pasar.
A priori el nacimiento de tu bebé era una buena noticia, y auqnue supone un trabajo extra, lo llevabas con alegría. Pero poco a poco, esta situación te ha ido minando y sumiendo en una atonía e indiferencia hacia las cosas.
Tampoco ayuda el hecho de que tu hijo mayor haya decidido reivindicar la atención que ha perdido, y pruebe todas las estrategias imaginables para que tu mujer le haga caso. Vuelve a cagarse y mearse por casa, llora a todas horas, pega patadas a todos (familia y amigos), se niega a ir al cole, no quiere dormir en la cama y en general dice que no a todo lo que se le propone.
La actitud de tu mujer no hace más que empeorar las cosas con el niño, ya que leyó en un libro que el bebé es como un canguro y que hay que dedicarle el 100% de atención. Tu hijo mientras está desorientado y cada vez se comporta de manera más rara.
Lo que estás pensando, qudar con un amigo a tomar una cerveza y contarle tus problemas, es absolutamente inviable. Tus nuevas obligaciones domésticas (comprar, cocinar, ordenar y limpiar), te lo impedirán. Y de todas maneras, tampoco te iba a servir de mucha ayuda. Probablemente acabarías sintiéndote más desorientado y perdido que antes de hablar con él.

Y en medio de toda esta situación, de pronto un día aparecerá tu mujer y te mirará con una sonrisa para decirte: ¡qué orgullosa estoy de lo bien que lo estás haciendo! Te quedarás desconcertado, pensando si es un comentario irónico o si lo dice en serio. Y a continuación añadirá: últimamente te noto algo raro, algo distante, ¿te pasa algo?
Probablemente te sentirás en la tentación de ponerte a quejar de todo lo que has estado pasando en los últimos días, pero no lo hagas: si lo haces, volverás otra vez al punto de inicio: eres un insensible, un egoísta, etc. Más te vale pasar a la historia como el Santo Job y pensar que pronto tendrás algún momento para estar solo y sentirte de nuevo feliz: un viaje de trabajo, unas vacaciones de Rodríguez, etc. Cuando llegue el momento, aprovéchalo todo lo que puedas, ya que como habrás podido comprobar, a partir de ahora el tiempo es oro.