Friday, October 15, 2010

Cómo no afrontar la muerte de los abuelos

Cómo afrontar la muerte de los abuelos

Mientras criamos a nuestros hijos, nos cuesta darnos cuenta de que nos hacemos más mayores, y también sucede con nuestros padres. Aunque la esperanza de vida es cada vez mayor, también lo es la edad en la que decidimos tener hijos, por lo que existe la probabilidad de que nuestros hijos tengan que afrontar, al igual que nosotros, la muerte de sus abuelos.
Buscando referencias en internet, se indica en general que no es conveniente ocultar directa o indirectamente la muerte del abuelo a los niños, ya que finalmente se darán cuenta y les resultará más difícil asimilar la situación. Igualmente se indica que deben evitarse las metáforas del tipo “el abuelito se ha quedado dormidito y ya no se ha despertado”, “el abuelito se ha ido a dar un largo viaje”. Para la gente religiosa, puede ser válida la explicación de que el abuelito está en el cielo, si bien requiere una explicación teológica que no sé si los niños llegan a comprender.
Mi experiencia personal es que, como en otros temas, al final es habitual llevar las cosas a un extremo excesivo. Tras la muerte del abuelo, mi mujer se empeñó en hacer partícipe a nuestro hijo de 3 años de las emociones del duelo, mientras a mí se me clavaba algo en el corazón cada vez que veía su cara y tenía que explicarle que nunca más vería a su abuelo. Para mí hubiera sido suficiente con eso, no creo que fuera necesario que nuestro hijo hubiera seguido presenciando momentos de dolor en los cuales ni comprendía lo que estaba pasando, ni realmente podía ayudar más que por aportar la alegría innata de los niños.
Creo que no es correcto el planteamiento que se realizaba antes (ocultar la muerte), y que hay que intentar asumir que la muerte es una parte más de nuestra existencia, tanto niños como adultos. Pero no creo que un niño de 3 años tenga una edad como para que la muerte del abuelo sea algo edificante, sino más bien sea algo que le asuste porque no tiene recursos cognitivos para comprenderlo.
Es nuestro deber como padres proteger a nuestros hijos de las desgracia y que disfruten de una infancia feliz. Si cuando ponemos el telediario y vemos un accidente aéreo o un terremoto cambiamos de canal, ¿por qué en cambio le hacemos partícipe del terrible dolor que provoca el duelo?

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