Monday, May 24, 2010

Padres e hijos: imposible triángulo de las Bermudas

Esta es la historia: tenías una buena relación de pareja, tienes una buena relación con tus hijos, pero cuando se produce la interacción con ambos, la cosa cambia. ¿Qué está pasando?

He aquí algunas de las cosas que pueden conducir a que discutas más con tu mujer o con tus hijos cuando están juntos:

1) Tu mujer se pasa el día haciendo sutiles comentarios críticos acerca de tu manera de educar a los hijos.
Puede ser algo tan sutil como la temperatura de un biberón, lo oportuno de juegos violentos, el horario de irse a dormir, etc.
Creo que está claro que es más fácil ver los toros desde la barrera, y que todos pecamos a veces de ver las cosas muy sencillas y criticar al otro. Sin embargo, tener que soportar constantes correcciones resulta al final de un desgaste demoledor, porque sin darte cuenta acabas con la desazón de pensar que nunca estás haciendo lo correcto. Sobre todo cuando coincide con un momento en que tus hijos están nerviosos, enfadados o enfermos, motivos todos ellos de un mayor stress.
Solución: prohibido hacer comentarios al otro progenitor sobre cosas que realmente no son importantes. Es mejor tomar nota mental o con lápiz y realizar reuniones de pareja en un momento sereno, en el cual seamos capaces de reflexionar acerca de lo que es importante y lo que no. Al fin y al cabo, todos tenemos una manera distinta de ver las cosas y no podemos estar de acuerdo en todo.

2) Tu mujer no quiere regañar a tu hijo cuando ha hecho algo que no debía. Acabas pagándolo tú.
Supongamos que tu hijo acaba de utilizar su vaso de agua como un escanciador, mojando todo el comedor. La conducta incorrecta ha sido suya, tu mujer se reprime porque por principios no quiere reñirlo o castigarlo, y la bronca al final va para ti por permitir que lo haga.
Es injusto y no hay paciencia que aguante esto.
Solución: hay que plantearse cuáles son los límites que se deben poner a los hijos, que deben estar consensuados a nivel de pareja, así como la manera de reaccionar en cada caso. Si la conducta está fuera del límite aceptable, hay que reaccionar, pero no descargar las tintas sobre la pareja, ya que esto no corrige la conducta del niño y consigue encabronar al otro progenitor.

3) No consigues ponerte de acuerdo acerca de qué hacer el fin de semana o cuando lleguen las vacaciones.
Puede pasar que te apetezca pasar el día haciendo deporte con tus hijos al aire libre, mientras tu pareja prefiere quedarse en casa preparando un pastel de chocolate y luego comérselo, o bien visitar a tus suegros.
En vacaciones, puedes preferir ir a la playa o a la montaña y tu pareja preferir irse de turismo urbano para acabar en un spa construido con cemento.
Solución: Respecto al ocio cotidiano, debe regir un principio más o menos democrático o compensado, hay que saber ceder y si un día se hace una cosa que gusta más a uno de los miembros de la familia, en otro momento deberá ser al revés. Es de un gran egoísmo ir poco a poco modificando los hábitos de los demás para que se ajusten a lo que realmente tú quieres hacer, y luego no ceder a las peticiones de los demás.

4) La comunicación con tu mujer se limita a cosas prácticas y superficiales, como la dieta, el sueño, las deposiciones o las enfermedades de tus hijos. Cuando hablas de algo importante y en lo que tenéis diferencias de opinión, acabáis discutiendo.
La dolorosa consecuencia de esta situación es que acabas prefiriendo aislarte en tu mundo y olvidarte de tu mujer, ya que es lo que menos daño te genera. Pero, ¿qué pasará a largo plazo?
Resulta difícil vivir con alguien cuando existen estas tensiones latentes, el problema es ¿cómo resolverlo si ya lo has intentado de todas las maneras? Existen situaciones que se enquistan, y tras horas y horas de conversaciones y discusiones ya has perdido la fe en que se llegue a una solución. A veces pienso que el problema es que no nos han educado para tolerar las diferencias de opinión, somos demasiado egoístas para hacerlo pese a que nos esforzamos.
Quizá sea necesario asumir que pasados unos años y con hijos por medio, la relación de pareja nunca volverá a ser igual, pero, ¿cómo saber hasta qué es lo normal, o es patológico a nivel de pareja? Da miedo pensar en la cantidad de separaciones que hay hoy en día con niños por medio, pero también se puede pensar, ¿realmente quiero condenar mi existencia a una situación que me genera tanta desilusión y me bloquea tanto como persona?
Hace tiempo que comentamos la necesidad de que cada uno tuviera su ámbito de libertad, algo que creo que ella ya hace, pero me resulta muy difícil vivir esta situación sin que existan unos límites claros y hablados.
Lo que no puedo soportar es que después de todo el esfuerzo que hago a diario, de las noches en vela, de los cuentos por la noche para dormir, de las actividades del fin de semana para sorprender a mis hijos, de las preocupaciones cada vez que se ponen enfermos o tienen algún problema, que después de tantas y tantas y tantas cosas, acabe diciendo que soy un egoísta porque un día cada 2 meses quiero quedar con unos amigos a comer, o a jugar al padel. Cuando ella sí que se ha montado sus clases de yoga, de masajes, sus cursos y le tengo que apoyar en su trabajo. Ante esta situación, ella dice que todo lo que monta es para hacerlo con niños…. Pues yo montaré un viaje a Suecia para ir con niños, a ver si a ella le parece bien.

Otras conclusiones que saco son:
- Cada vez me doy más cuenta de lo solos que estamos en la vida. A medida que nos hacemos mayores, no podemos aspirar a que nuestros padres continúen siendo nuestro apoyo emocional, cuando el acecho de la muerte y la enfermedad los hace a ellos anímicamente más vulnerables. También es probable que ellos piensen que ya han apoyado lo suficiente, y que tenemos que tener la firmeza para poder hacer frente a nuestras vidas cuando ellos no estén.
- Los amigos se distancian, no de manera definitiva, pero sí lo suficiente para que nuestra relación con ellos mute. Ahora ya no podemos aspirar a vernos cada fin de semana y servirnos de apoyo mutuo, sino para vernos de vez en cuando, ponernos al día y recordar cosas pasadas. El recuerdo nostálgico de otros tiempos ya depende de cada cual. Hay quien tiene la habilidad para mantener a los amigos más cerca, involucrando a su pareja, aunque tengo que admitir que yo no he sabido hacerlo.
- A la pareja cada vez le preocupan menos nuestros problemas, ya que la prioridad son los niños que son quienes realmente necesitan más nuestro apoyo. Reivindicar que nosotros también necesitamos ser escuchados es interpretado como una muestra de egoísmo. Y lo que es peor, sincerarse contando nuestras vulnerabilidades en relación con el trabajo, nuestra familia o nuestra visión de la vida, puede ser utilizado posteriormente en el transcurso de una discusión, haciéndonos sentir aún peor.



En definitiva, hay que mirar adelante, no ser infeliz con los problemas que no tienen solución, intentar ver las cosas de otra manera, y si queremos algo, hacerlo siempre desde el respeto a los demás. Si intentamos conseguir la aprobación de todo el mundo a lo que hacemos, lo llevamos claro.

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