Saturday, May 15, 2010

Ser papá: Madurez e implosión

Hoy me encontré por la calle con una amiga que hacía años que no veía (también con hijos), que me decía: "Cuánto recuerdo lo bien que lo pasamos hace años, parece como si ahora estuviéramos viviendo OTRA VIDA".

Y la frase me ha hecho pensar, y darme cuenta de que mi vida ahora ya no es un cocktail de libertad, diversión, sueños y proyectos. Más bien parece que se haya producido una implosión y haya salido una persona distinta, cuya vida es un combinado de las siguientes cosas:

- una pareja centrada de manera entusiasta en los niños y su crianza, que ha dejado de lado su espíritu rebelde y aventurero, que no ha hecho deporte en años y que ha cortado en seco su libido sexual (y la mía), alegando su cansancio. Mi comunicación con ella se restringe a temas operativos y tácticos con nuestros hijos, y salvo que tengamos alguna diferencia en cómo educarlos no solemos profundizar más.

- unos padres desengañados porque decidimos criar a nuestros hijos de manera distinta a como ellos lo hicieron, que se sienten atacados por no haberlo hecho bien en su momento. De nada sirve intentar convencer a mi madre de que la religión no es la única fuente de buenos valores para los hijos, una vez el germen de la decepción se instala en sus vísceras difícilmente la cosa cambiará.
La consecuencia es que el afecto se ha desplazado hacia los nietos en su totalidad, me he convertido en un mero conductor de mis hijos de mi casa a la de sus abuelos.

- unos hijos que cuando crecen se van haciendo más egoístas y déspotas, a los cuales dedicas todo tu tiempo libre con cada vez la duda más grande de que aquel proyecto de tener una familia estaba muy idealizado en tu cabeza, y que en más de una ocasión te hará pensar en que si pones con el paso del tiempo en la balanza todo lo bueno y lo malo que te han aportado, ganará lo malo (frase de mi madre).

- un grupo de amigos cada vez más bifurcado en dos grupos: el de los que están sin novia (la mayoría de ellos depresivos, uno alcohólico, otro sin trabajo, dos todavía opositando) y el de los que se casaron y tienen niños (éstos no tienen tiempo para estar deprimidos, aunque si consigues que tengan media hora de tiempo libre para que te cuenten su día a día, descubrirás con qué amargura viven una nueva vida cargada de insmonio, obligaciones, preocupaciones, y poco margen para el buen humor).

- Unos suegros con enfermedades crónicas que les hacen pasar temporadas en el hospital, lo cual implica visitas periódicas y/o sentimiento de culpa por no visitarlos. Cada visita implica un volcado de nuevos conocimientos médicos sobre la enfermedad y el sufrimiento, así como la constatación de lo horrible que es para una persona levantarse por la mañana pensando en la muerte.

- El trabajo es quizá en lo que mejor me encuentro (afortunadamente la crisis no se ha cebado conmigo, de momento).

Dicen que los cambios de estación de invierno a verano y de verano a invierno son especialmente complejos para el individuo. Si a eso le juntamos que mañana es mi cumpleaños, os puedo decir que no tengo ningunas ganas de celebrarlo (¿con quién?¿a alguien aparte de mí para quien tiene realmente algún valor hoy en día? ayer mi madre me dio un sobre con dinero y me dijo, cómprate lo que quieras), y no porque no quiera seguir cumpliendo años (no considero que esté en una edad mala), sino porque cuando recuerdo cómo eran mis cumpleaños hace unos años, la idea de sentirme solo emocionalmente en estos momentos me deprime. Así que me parece que voy a concentrar mis energías en buscar una segunda implosión, intentando convertir cada una de las relaciones con los demás que me han decepcionado en algo que me resulta satisfactorio, bien porque no espero nada a cambio, o bien porque cambio el paradigma de mi relación. Quizá sea la manera más positiva de enfrentarme a mis problemas.

Dentro de 2 semanas se casa uno de mis mejores amigos, lo veo todo ilusionado preparándolo todo y sin saber por qué, me entra una enorme tristeza (ya me pasó en la última boda de un amigo), mezcla de nostalgia y de insatisfacción, porque me lo imagino arrojado en una dirección en la cual perderá el control de su vida, y se despertará de pronto a las 4 de la mañana oyendo llorar a uno de sus hijos, pensando en la importante reunión en el trabajo del día siguiente, en cómo se las ingeniará para no faltar al día del papá en la guardería para no decepcionar a su hijo, cambiándose de ropa como Superman para volver a la reunión, de cómo llegas a casa pensando en irte a dormir y te encuentras una fiesta sorpresa a medio montar, con la tarta en la nevera y las velas encima de la mesa, pero sin gente y sin guirnaldas, y sonríes durante 4 horas cuando por dentro lo que te pide el cuerpo es olvidarte de todo y quedarte mirando una pred en blanco, no tener que pensar en nada, de nuevo una implosión pero de otro tipo.

Espero que lleguen pronto las vacaciones, y que sean vacaciones sedentarias, no sé lo que haré. Quizá sea otra vana esperanza, como la que tiene alguien al casarse, al reencontrarse con los amigos o al celebrar su cumleaños, y las vacaciones no sean más que otra sucesión de días despertándome a las 4 y a ls 7 de la mañana, siguiendo a rastras a mis hijos e intentando comer tranquilamente en un restaurante. Ya veremos.

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